Paseo por una de las playas de Alicante, con la esperanza de constatar que es cierto ese optimismo de cifras, y observo que unas personas están levantando parte del entarimado de un chiringuito. Curioseo por el motivo, y me dicen que el inspector municipal ha comprobado que se han pasado unos doce metros cuadrados de los concedidos.
La playa tiene algo más de dos kilómetros de largo por unos cuarenta de ancho, es decir, que estamos ante una extensión de unos 80.000 metros cuadrados, y parece que al municipio le parece una falta gravísima ocupar 12 metros cuadrados.
En los dos kilómetros largos es el único lugar en que hay hamacas de alquiler, lo cual no es demasiada oferta para ser esa potencia turística de la que hablan los ministros del ramo. En temporadas anteriores había más lugares con hamacas, pero me dicen que el alto precio de las concesiones municipales han hecho desistir a los promotores. O sea, que los ministros del ramo deberían coordinarse con los ayuntamientos, o al contrario, pero coordinarse.
Claro, que hay municipios que aportan brillantes ideas. Uno de ellos quiere hacer un catálogo de refugios antiaéreos de la guerra civil, y establecer una ruta para fomentar el turismo. Me imagino que, ante esta suculenta oferta, las agencias de viajes de Alemania, Francia, Italia, Suecia y Gran Bretaña, lugar de dónde proceden la mayor parte de nuestros turistas, se habrán visto asediadas por decenas de miles de personas anhelantes de visitar los refugios antiaéreos de nuestra guerra civil.
Me atrevo a suponer que gran parte de los 40 millones de personas que cada año nos visitan, se habrán marchado defraudadas, porque mucho sol, mucha playa, mucho museo del Prado, y mucha gastronomía, pero de refugios antiaéreos nada de nada.
Diputaciones provinciales y municipios gastando dinero en el establecimiento de rutas románicas, medievales y góticas, y venga a formar guías para enseñar catedrales y castillos, pero sin tener personal especializado para esa ruta tan fascinante como debe ser la de contemplar refugios antiaéreos. Entre la persecución al chiringuito, el aumento de precio de las concesiones y las grandes ideas, tenemos asegurado el fomento del turismo.
Luis del Val