En la última columna observamos que sería una posible solución para Ucrania el establecimiento de una constitución federal y su neutralización desde el punto de vista de la expansión de la OTAN y de la Unión Europea pero también de Rusia. Sin embargo, los acontecimientos violentos de los últimos días hacen difícil que el acuerdo cuatripartito de Ginebra (EEUU, UE, Ucrania y Rusia), que establecía una solución similar, vaya por buen camino en su aplicación. Uno de los principales responsables es Rusia, que no está ejerciendo su poderosa influencia para detener las ocupaciones y la violencia de los separatistas rusos. Estos, por su parte, no se sienten vinculados por el acuerdo de Ginebra, en el que no han participado y ahora piden armas para luchar en la guerra civil que ellos mismos están provocando.
El vicepresidente de EEUU ha viajado a Ucrania para mostrar su apoyo a las autoridades de Kiev y a la integridad territorial de Ucrania
La diplomacia del enfrentamiento sigue su camino. Joe Biden, el vicepresidente de EEUU ha viajado a Ucrania para mostrar su apoyo a las autoridades de Kiev y a la integridad territorial de Ucrania. Mientras, se sigue amenazando con más sanciones a Moscú. Pronto veremos a Obama en Kiev bajando las escaleras del avión presidencial diciendo “yo soy ucrainés”. Rusia sigue con su (en el mejor de los casos) silencio culpable, ante lo que está ocurriendo en el este de Ucrania. Basa su actitud en un no reconocimiento de las nuevas autoridades de Kiev, a las que califica de “fascistas” y, por tanto , en una delegitimación permanente de todo lo que salga de ellas. El objetivo último parece ser llegar a una situación en la que pueda justificar sin ambages la ocupación militar de esos territorios de Ucrania llevando a una partición de facto del país.
A fin de cuentas, sostiene Rusia, si les hemos concedido la nacionalidad rusa a estas poblaciones –en una nueva ley que se está tramitando para los rusohablantes de la antigua Unión Soviética- no hay nada extraño en que les defendamos con el uso de la fuerza, permitido por la legislación interna de Rusia. Pero esa legislación, y las conductas que quieran ampararse en ella, es contraria al Derecho internacional y sólo genera más inestabilidad y, en definitiva, es una amenaza a la paz y la seguridad internacionales. Además, no hay realmente en Ucrania una agresión contra los prorrusos que justifique una intervención “humanitaria” como desearía Moscú. Eso es debido a la cautela de las autoridades de Kiev que evitan caer en la provocación de los sectores prorrusos, pero que es lo que al mismo tiempo las sitúa en una posición de debilidad. Estamos ahora mismo ante un riesgo serio de partición de Ucrania.
Julio Vives