«Como siempre, decía Mafalda, lo urgente no deja sitio para lo importante». El nuestro es un tiempo de urgencias y de apariencias y casi todo lo que es importante apenas dura unas horas. Los debates no son sobre lo esencial, sino sobre lo urgente, lo que «parece» importante. Y lo urgente se sustituye, también con premura, por algo «más» urgente.
Es importante que en España haya una política fiscal que sea justa, pero lo urgente es cobrar más y por eso, Hacienda persigue a los que viven de una nómina, porque a esos los tiene perfectamente controlados y les puede apretar más y más. O a algunos profesionales, mientras olvida a otros. Lo importante sería acabar con esa bolsa de fraude que los expertos calculan en 80.000 millones -lo que España recauda de menos sobre la media europea- y no asfixiar a quienes no pueden pagar más. Otro ejemplo: las Administraciones públicas tienen una ley que les obliga a pagar en unos plazos determinados que incumplen sistemáticamente. Si un particular deja de pagar cualquiera de sus obligaciones con las Administraciones, tiene que hacerlo con recargos -incluso si no entiende lo que le reclaman, que a veces es indescifrable- y hasta te embargan tus cuentas bancarias. Lo urgente es recaudar; lo importante sería hacerlo con justicia, perseguir a los defraudadores y reducir al mínimo el fraude.
Lo urgente es recaudar, lo importante sería hacerlo con justicia
Lo urgente es vivir y lo importante sería generar un modelo de negocio -familiar, empresarial, de Estado- que posibilitara gastar sólo lo que se produce o producir lo suficiente para pagar lo que se necesita. Pero aquí hay otras diferencias fundamentales según el sujeto pasivo de la deuda. Si un Estado debe una cifra equivalente al cien por cien de lo que produce -y debe pagar unos intereses brutales para financiar su deuda- no pasa nada. Pero si el ciudadano o el empresario incurren en la misma conducta, nadie les da crédito y acaban sin nada. Lo importante sería que el Estado no aumentara su deuda pública, sino que la pagara, pero eso no parece urgente.
Acabo de leer que un pederasta confeso y condenado vive frente al domicilio de su víctima ¡de 11 años! -cuando sufrió los abusos tenía tres menos- a pesar de tener una orden de alejamiento que ha quebrantado reiteradamente. Dicen que la causa de que esto no se resuelva es la saturación de la Justicia y, aunque no es verdad que la Justicia esté realmente desbordada -el problema de fondo es de pésima organización y de falta de medios-, aquí coincide lo urgente y lo importante. Lo importante es que se aplique la ley y que una niña de 11 años no tenga que sufrir esta nueva agresión. Y lo urgente es que la Justicia, sea como sea, no permita esta vulneración de los derechos fundamentales de una niña porque entonces no es Justicia ni es nada. No hay ninguna razón para que en casos como éste la justicia no sea inmediata y justa. Y si hay responsables, deberían ser sancionados.
Francisco Muro de Iscar