Uno trabaja para el PP, el otro para el PSOE. Y coinciden en sus conclusiones: en unas elecciones como las del 25 de mayo, con la mayoría de la gente apenas concienciada sobre su importancia porque no tiene ni idea de lo mucho que dependemos de lo que se aprueba en el Parlamento Europeo, elecciones por tanto con un índice de abstención que apenas ronda el 60 por ciento, la campaña electoral es irrelevante, no afecta en nada o casi nada al voto.
Los pocos que van a votar lo hacen por convicción, no por lo que vean o escuchen en la campaña electoral. El PSOE ha hecho muy bien en renunciar a la cartelería, es papel mojado, y lo mismo podría decirse de los mítines y debates que se organicen: con la gente más movilizada sí tienen sentido, una buena campaña puede mover entre uno y dos puntos de porcentaje de votos, pero en unas europeas… millones tirados a la basura.
Así y todo Carmen Chacón quiere participar en las elecciones de su partido, pero en Ferraz aún no confirman ni desmienten la participación de la ex ministra de Defensa.
Chacón tendrá que reinventarse para lograr que su voz llegue a donde quiere que llegue
Se fue un curso a Miami, donde imparte clases en una universidad, y el problema es que cuando regrese definitivamente a España -en principio antes del verano- tiene poco papel que jugar en el PSOE, porque renunció a su escaño en el Congreso y ya no forma parte de la dirección del partido. Tendrá que reinventarse para lograr que su voz llegue a donde quiere que llegue, porque tampoco tendrá cancha en un PSC en el que milita pero que anda manga por hombro. Lo último, la escisión de esta semana en Gerona, donde los hermanos Nadal han tirado por la calle de en medio y han plantado cara a Pere Navarro porque quieren que se celebre la consulta soberanista.
La gente de Navarro asegura que no se trata de un asunto relacionado con profundas convicciones políticas, sino con profundas estrategias políticas para eludir primarias y hacerse con el control provincial del partido a través de un congreso extraordinario. Suele ocurrir en momentos de convulsión como los que se viven en el PSC y en Cataluña entera, importa más mantenerse en el poder que defender determinados planteamientos ideológicos.
A pesar de que estamos ya en capilla con las europeas a la vuelta de la esquina y los partidos preparando esa campaña que sirve para tan poco, estos días hay más morbo en el mundo judicial que en el político.
Aparte de que no acaba de entenderse bien que se encuentren aparcadas la mayoría de las leyes anunciadas por Gallardón a bombo y platillo –casi todas ellas muy cuestionadas-, lo que provoca una absoluta inseguridad respecto a la viabilidad de sus reformas y su proyecto, el espectáculo de Elpidio Silva es de los que provocan auténtico bochorno, aunque habrá gente a la que le guste ver a un juez que grita, interrumpe al tribunal que le juzga, sale de la sala para hacer declaraciones encendidas en televisiones que le acogen en sus programas más polémicos, y cuestiona la profesionalidad de los jueces y fiscales que deben pronunciarse sobre su futuro.
El espectáculo de Elpidio Silva es de los que provocan auténtico bochorno
Esta periodista conoce los tres informes médicos pedidos por el CGPJ hace tiempo cuando empezaron a llegar denuncias sobre la conducta del juez Silva. Son como para salir corriendo. Que Dios coja confesado al que tenga que vérselas con él o que tenga que trabajar con él. Aunque está logrando lo que pretendía: buenos dineros en tertulias con espectáculo garantizado.
Con un ego superlativo busca fondos para su campaña europea pidiendo euros a cambio de fotos dedicadas, unos minutos de charla antes o después de un mitin, o incluso cenas y almuerzos compartidos. Ni que fuera una estrella de Hollywood, de las que buscan fondos para un candidato a presidente o a gobernador, o para un proyecto benéfico. Nunca para ellos mismos. Lo contrario de lo que hace Elpidio Silva, que trata de barrer para casa, para su propio provecho.
Pilar Cernuda