viernes, noviembre 22, 2024
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Azul o blanco

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El blanco dominico o el azul franciscano antiguo identifican a las dos cofradías predominantes de la Semana Santa de Lorca. El Tres y Las Caretas, sus respectivos himnos, son marchas excitantes, triunfales que convocan a los propios entre vítores, aplausos y pañuelos, cuando recogen sus banderas en los previos de los desfiles procesionales. “¿Sois de esos?”, “No”, repiten señalando a los otros; “¿Qué sois?”; “Viva la bandera con pavo” o “sin pavo” (por el águila de San Juan), según quienes digan.

La diferencia parece esencial: eres blanco o azul o eres de fuera. Pero no responde a credo o a opinión, a clase o a interés. Es porque nosotros somos, y los otros también pero muy suyos.  

Más allá de la competencia entre cofradías de cualquier tipo y sus trasfondos, el origen de esta tan sólida y explícita, según los historiadores locales, posiblemente se encuentre en las tomas de posición de las parroquias a mediados del siglo XIX, cuando la iglesia de San Patricio perdió su prepotencia colegial. Después vendría el propósito de realzar la Semana Santa añadiendo representaciones en vivo de escenas bíblicas, como se hacía en algunas celebraciones del Corpus, y todavía se hace, sobre todo de la zona de Valencia.

Desde esta rivalidad se ha ido acrecentando al cabo de los años una realización peculiarísima de la Semana Santa, en la que participan miles de figurantes representando a soldados egipcios, legionarios romanos o jinetes etíopes, a figuras como la princesa Meiamén, Julio César, Flavia Domicia o la reina Nitrokis; cientos de caballos montados o en bigas, cuadrigas…, haciendo piruetas o lanzados en carrera por la calle principal. Y unos bordados admirables

El caso aquí es que la ilustración no acude a la representación del relato, sino el relato, la anécdota, la cita bíblica lo que va detrás de la magnificencia representable. Todo acompañando, más precisamente desplazando, tapando, desbordando la iconografía y ritos acostumbrados de la Pasión. 

Los desfiles bíblico-pasionales (es decir mixtos, el guión no es gratuito) son el centro de los  días principales. Por eso si uno tiene ganas de recogimiento, procesión y primavera, que no necesariamente de calvario, debe irse al Barrio (el de San Cristóbal) a ver la salida del Cristo, entrañable, nocturna, silenciosa. Pero esto no es lo original, lo exclusivo, es decir lo propio: los caballos, los bordados, la espectacularidad incrementada. Una celebración sorprendente, “una pasión diferente”. Para verlo.

José Luis Mora

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