El fútbol de Tito Vilanova, el suyo como máximo y único responsable, se vio. Dio una Liga con más de 100 puntos al Barça, aunque la obra se vio interrumpida por el cáncer. Nadie duda de que con Tito toda la temporada, el Barça del año pasado hubiera sido otro, sobre todo contra el Bayern en las semifinales de Champions. El fútbol de Guardiola sin Tito se ve ahora en el equipo bávaro, carambolas trágicas del destino.
La muerte de un deportista, con solo 45 años, cuya enfermedad se ha sometido al escrutinio público, cierto que respetuoso, afecta a la conciencia social. El cáncer de la glándula parótida ha dejado de ser un desconocido y estremecen aún más aquellas imágenes de un Vilanova muy flaco y exageradamente abrigado con su hijo en el Nou Camp.
Pero, en el drama, queda la obra de un apasionado del fútbol. Y la duda de cuánto del aclamado modelo Guardiola del primer Barça era de Tito o de Pep. A los aficionados a este fútbol contaminado por la política de mercados televisivos nos hubiera gustado ver a Tito sin cadenas. Libre para dejar volar de nuevo al equipo blaugrana sin las hipotecas de una plantilla con la fecha de caducidad tatuada en la frente.
Nos atrevemos a imaginar un fútbol de presión alta, con recursos variados en ataque, fantasista. Con un nervio que no vemos en el Barça de hoy ni en el monótono Bayern de Munich que Guardiola dirige.
Guardiola siempre fue justo en la atribución del éxito a su segundo. Con elegancia y la generosidad que lo distinguen, reconoció que Tito era pieza indiscutible en el engranaje. Parece que también en la gestión de un vestuario cargado de egos y tendente a ser premioso, en cuanto a la disciplina y el fútbol.
El cáncer, las intrigas bizantinas de la directiva culé, los egos y Nueva York pusieron distancia en el tándem más exitoso del fútbol español reciente. Guardiola se fue a Munich y Vilanova, al hospital.
Aunque era de origen “pageso”, se le conoció como “el marqués” por la elegancia al vestir. Aunque su cuerpo estaba enfermo, transmitió el último vigor que ha tenido el club que le marcó la vida.
Joaquín Vidal