lunes, noviembre 25, 2024
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Mónica Oriol y los trabajadores que no valen «paná»

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Hace tiempo que teníamos noticias de la ausencia de contención dialéctica de Mónica de Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios. Tiene ese rasgo de la personalidad que induce a decir lo que de verdad piensa, sin pararse en razones de oportunidad. Es de agradecer que en este mundo de hipócritas no sea políticamente correcta y se le escape ese clasismo que lleva dentro, probablemente envuelto en su apellido de antiguos oligarcas franquistas.

Esta señora piensa que hay que bajar el salario mínimo interprofesional. Seguramente porque está convencida de que con poco más de 600 euros se puede mantener una familia con el mínimo de dignidad al que tiene derecho todo ser humano.

Naturalmente, la señora de Oriol es partidaria de una nueva reforma laboral que disminuya los derechos de los trabajadores y amplíe la impunidad que concede a las empresas lo que ya está establecido. No se ha pronunciado sobre la vuelta a la esclavitud pero no pierdan la esperanza. Hay que darle tiempo y oportunidad para saber su criterio sobre la distinción de las personas en función de sus apellidos, su origen y su poder económico.

Oriol es partidaria de una nueva reforma laboral que disminuya los derechos de los trabajadores

Nunca habla de la responsabilidad social de los empresarios. Determina que hay más de un millón de personas en edad laboral que no valen «paná», que son unos parásitos. No le gustan y quiere recortar las prestaciones por desempleo, que por su propia naturaleza es un derecho adquirido por los trabajadores con el pago de sus cuotas a la seguridad social. Según ella, las prestaciones por desempleo «promueven el parasitismo». Hay que tener coraje para decir estas cosas en un universo cercano a los seis millones de parados, porque habrá que colegir que esta señora piensa que a todos esos millones de personas les gusta vivir sin trabajar.

Naturalmente, sus apreciaciones sobre las estadísticas son a la carta. Jamás menciona los índices de desigualdad, los datos objetivos sobre la pobreza infantil, la afluencia a los comedores de caridad, las desigualdades en el acceso a la educación, las reformas y recortes de gastos en educación y becas. La desaparición de las ayudas a la dependencia.

Dice el ABC, que para ella debe ser diario de mucha confianza, que su talante neoliberal le lleva a aplicar sus creencias en la educación de sus seis hijos, con sistema de incentivos y multas en su comportamiento. Es muy libre de ello mientras no vulnere los derechos de la infancia y la adolescencia. Pero hay que vigilar sus comportamientos públicos para que no pueda convertir España en un inmenso cuartel neoliberal.

Llama la atención que si considera que hay más de un millón de personas en España que no tienen ninguna cualificación y que no valen «paná», no promueva cursos de formación para que estos trabajadores a los que quiere sacar del sistema, lleguen a ser especialistas en alguna cosa y conseguir su derecho a la existencia.

La humanidad ha tenido suerte de que Mónica de Oriol haya nacido en estos tiempos, en donde sus ideas y conductas no son muy peligrosas, porque todavía, a pesar de las políticas neoliberales que aplica este gobierno, no con la profundidad que a ella le gustaría, estamos en un estado de derecho. No debe ser su especialidad la historia, porque si no sabría que, con las diferencias de tiempo histórico, en la Rusia Zarista personas que eran partidarias de que los que no valen «paná» se murieran de hambre, fueron los principales promotores de la revolución de Octubre.

En España, los sindicatos están disminuidos por sus propios errores, la izquierda ha abdicado de sus principios y el miedo se ha adueñado de la población. Por estas circunstancias, la señora de Oriol puede decir los disparates que le vengan en gana y gozar de una impunidad que le da la representación de los empresarios de su organización. Ellos sabrán por qué les gusta estar representados por una persona con esta doctrina.

Oriol puede decir los disparates que le vengan en gana y gozar de una impunidad

Señora de Oriol: ¡ánimo, siga haciendo amigos entre los humildes y busque admiración en los poderosos! La mayoría de quienes más tienen puede que piensen como usted, pero no se atreven a decirlo. En esta España en que los ricos son cada vez más ricos y hay más pobres que son cada vez más pobres, es un lujo contar con alguien tan sincero como usted.

Carlos Carnicero

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