lunes, noviembre 25, 2024
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Algo tiene que cambiar en Europa

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Pisar el freno pisando a fondo es siempre peligroso, pero o reducir la velocidad hasta detenerse en uno de esos puntos de descanso, resulta algunas veces aconsejable y otras absolutamente necesario. Pero Europa -y España, claro- siguen acelerando en recortes al dictado sobre todo de Alemania y esta carrera desenfrenada nos lleva a una macroeconomía que seguramente está mejorando muy despacio pero aun realidad cotidiana cada vez más difícil de soportar. Y por esta trágala están pasando hasta los socialistas franceses mientras en el Reino Unido se acepta un sistema laboral de vergüenza para salvar la crisis.

Tienen razón los sindicatos en que hay que cambiar de política, probar cosas nuevas, reconocer que los ajustes duros no están alcanzando sus objetivos y que el empleo precario -aunque sea mejor que el paro- no es más que una venda para una herida que necesita una limpieza a fondo.

Tiene razón la patronal cuando pide rebaja  en los costes de contratación porque no hay quién aguante -y menos aun las pequeñas empresas y los autónomos- lo que cuesta crear un puesto de trabajo. Y lo de la tarifa plana esa, es suicida porque tres años son muchos años cuando se abren y cierran pequeñas empresas un día sí y otro también. Y tiene razón el Gobierno -los gobiernos europeos en general- cuando dejan claro que no se puede gastar más de lo que se ingresa y que sin una macroeconomía saneada es imposible que llueva café en el campo de la microeconomía, de la suya y la mía.

Vistas así las cosas parece que no hay salida y menos aun cuando resulta que todos los agentes implicados en el tema han perdido la credibilidad bajo inmorales escándalos de corrupción: ningún partido esta como para tirar la primera piedra, ningún sindicato debería atreverse a mirar a los ojos de un parado mientras desde la patronal se predica con el mal ejemplo y se hacen peticiones imposibles.

Estamos metidos en una especie de tormenta perfecta con un doble problema: ni Europa puede echar el freno de golpe y variar de una día para otro su empecinada política económica, ni nadie se puede bajar -a no ser que sea un suicida- de este barco en el que vamos todo, y eso lo han entendido también los socialistas franceses. Pero algo habrá que hacer distinto a seguir apretando y apretando el tornillo del ajusto y los recortes, algo que se debería empezar a pensar entre todos y para todos y si, como parece que está claro, hay que variar un poco el rumbo, que no sea de un volantazo brusco sino con una intervención cada vez más decidida en los mercados y con un Banco Europeo que se preocupe más de las personas sin que por ello se abandone el control del déficit. Estas cosas deben ser complicadas pero cada vez resultan más necesarias y hasta urgentes. Si la UE tuviera a ese genio que es el bolivariano Maduro, lo tendría fácil: se sube por decreto el salario mínimo un 32%. Ya está. Solucionado.

Pero Europa no es Venezuela y hay que tomarse las cosas en serio. Algo debe cambiar en Europa, algo tiene que cambiar y debe hacerlo yo. Lo difícil es la aportación de todos, que sindicatos y empresarios -que son los interlocutores responsables de la creación de empleo y de riqueza- sean capaces de sacrificar y entenderse en un clima y con unas condiciones propicias impulsadas desde los gobiernos. Podríamos hacer una especia de Plan Marshall aquí en Europa y algo de eso han propuestos los sindicatos. ¿Por qué cuando se acabe la estúpida fiebre de estas inútiles elecciones europeas que sólo les interesan a los partidos no nos ponemos -no se ponen en Bruselas- a investigar otros caminos? Es posible aceptar que es que la solución dura haya salvado un momento duro pero también que ya sea el tiempo de cambiar un poco la dirección. Es que es lo que habría que hacer. Pero ya sé que escribo desde este guindo del que aun, peses a los años, ni he caído ni quiero caer.

Andrés Aberasturi

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