El Gobierno acaba de enviar a Bruselas su nuevo plan de estabilidad. Un plan en línea con la trompetería de la recuperación lanzada desde hace unos meses y que ha alcanzado el máximo nivel de decibelios en esta precampaña electoral, pero enormemente desolador en su variable crucial: el empleo. El Gobierno ha dicho a Bruselas que España acabará la legislatura con 600.000 empleos menos que al inicio. Y eso que en la campaña de las elecciones generales prometieron crear 3,5 millones de puestos de trabajo… Claro que también prometieron que no recortarían ni la sanidad, ni la educación, ni la dependencia…
Uno que se precia de no pertenecer a la cofradía del “Que caiga España, que ya la levantaremos nosotros” de Montoro, celebra cada buena noticia –como la buena temporada turística, o la relajación de la prima de riesgo–, pero no está dispuesto a comulgar con ruedas de molino. Y el plan remitido lo es, una nueva producción de la factoría de ficción de Génova y La Moncloa. Si quieren pruebas, vayamos a los datos.
El Gobierno vaticinó que el PIB crecería el año pasado un 0,2%, pero se contrajo un 1,2%. También predijo que la destrucción de empleo alcanzaría el 0,4%. Pero en realidad se destruyó el 3,4%. En cuanto a la tasa de paro, vendió que a finales de 2013 se quedaría en el 24%, pero cerró en el 25,7% –tras la revisión de la EPA, antes de ella había cerrado por encima del 26%–. Por no hablar del déficit, que cerró el año pasado en el 7,08%, y gracias a los ayuntamientos, porque la administración central fue la más incumplidora; o de la deuda pública, que del 80% previsto se ha quedado rayando el 100%.
La realidad de la reforma laboral: destrucción de empleo, salarios más bajo, precariedad laboral y recorte de derechos
Con esas credenciales, el Gobierno nos dice ahora que en lo que resta de legislatura se crearán 600.000 empleos. Y tenemos que creerlo justo cuando acabamos de conocer que en el primer trimestre se han destruido 185.000 puestos de trabajo –1,2 millones en lo que va de legislatura–, tirando por tierra aquella teoría de que gracias a la reforma laboral sería más fácil crear empleo con crecimientos más bajos. El PIB creció en el primer trimestre el 0,4%, el empleo decreció. Esa es la realidad de la reforma laboral: destrucción de empleo, salarios más bajos, precariedad laboral y recorte de derechos.
Junto a todo ello, el Gobierno ha confirmado en el programa remitido a Bruselas otros datos igualmente jaleados desde el partido que le sustenta: una bajada de impuestos en 2015, y una subida del 0,25% de las pensiones hasta 2017. Nuevamente, veamos la letra pequeña.
De cumplirse las promesas del Gobierno, los impuestos bajarán el año próximo en 2.000 millones de euros. Eso sí, tras haber subido 50 impuestos por importe de 30.000 millones de euros en lo que va de legislatura. Por tanto, seguiremos pagando más, mucho más.
En cuanto a las pensiones, el Gobierno ha confirmado que los pensionistas seguirán perdiendo poder adquisitivo hasta 2017: porque las pensiones subirán por debajo del IPC, y porque –como el resto de los ciudadanos– seguirán pagando más caras sus compras debido a la subida del IVA, la luz… Conviene recordar que durante el último Gobierno socialista, los perceptores de pensiones mínimas ganaron en el conjunto de los 8 años de gobierno 26 puntos de poder adquisitivo y el resto de pensionistas, cerca de 20 puntos.
El Gobierno se ha rendido, ha bajado los brazos ante una crisis económicamente que le supera
Todo ello nos describe a un Gobierno cautivo y desarmado: cautivo por la ideología de la austeridad, y desarmado, voluntariamente desarmado, para hacer frente al paro y la desigualdad crecientes en España. El Gobierno se ha rendido, ha bajado los brazos ante una crisis económica que le supera y para la cual no tiene más recetas que seguir ahondando en las políticas que nos impiden salir de ella: recortes en la inversión pública, recortes en los servicios públicos, recortes en los derechos laborales. Políticas que nos condenan a languidecer por el fondo del pozo. Políticas que evidencian cada día la necesidad de un cambio de rumbo aquí y en Europa.
Donde definitivamente ya no se tragan las previsiones del Gobierno es en Bruselas, que le ha hecho una enmienda a la totalidad a la propaganda gubernamental: el paro no bajará al 24,9% este año–se quedará en el 25,7%, dos décimas por debajo de su nivel actual, con lo que se esfumaría la posibilidad de crear 300.000 empleos este año– y el que viene seguirá con su 24% a la cabeza de Europa. Y la deuda pública superará el 100% este año y seguirá creciendo el año próximo. En suma, el Gobierno acabará la legislatura con más paro del que la empezó. Y con mucha más deuda, 30 puntos de PIB más.
Con esta realidad, ¿alguien tiene alguna duda de que, como sucedió tras las elecciones andaluzas, las malas noticias de los ajustes y recortes vendrán tras las elecciones europeas?
Como dice el maestro, atentos.
José Blanco