En la poco conocida pero encantadora obra de Pérez Galdós, Excursión a Portugal (1885), nos cuenta don Benito el horario del tren que le trajo a Lisboa y resulta que es el mismo que hoy. Ciento veinte años después, se tarda mismo, pero sin el encanto de aquellos vagones decorados con terciopelo.
A nadie le interesa el tren a Lisboa, que sigue dando tumbos, interminables, que es caro, incómodo e imprevisible. Por mucho que se califique de Talgo, es más una ristra de vagones ruidosos que un verdadero tren.
Quisieron hacer un dispensioso AVE para traer españoles a Lisboa, evidentemente por Badajoz y no por Cáceres y Entroncamento, que es lo que nos interesa a los portugueses. De esa manera, un tren de Madrid nos serviría también para Coimbra y Oporto. El proyecto del AVE ha sido, como tantos, congelado. Si vemos lo vacía que está la autopista de peaje de Elvas a Lisboa, comprenderemos que a Portugal, en sus cabales, no le interesa hacer un AVE por esa zona, prácticamente despoblada. Y encima tenemos que pagar el proyecto, claro. La clarividencia mayestática y altanera de los entonces jefes de gobierno de nuestros dos países…
Portugal dispone de una excelente conexión entre Lisboa y Oporto
Pero como a uno no le importa en absoluto perder el tiempo y, a pesar de su edad avanzada, además duerme de un tirón en cualquier sitio, es cierto que no le molesta pasarse toda la noche traqueteando en los vagones chirriantes del entrañable Lusitânia Express. En mis viajes a Madrid, provisto de buena lectura, de mi algo ajada manta de viaje y de una almohada cervical hinchable, recurro con frecuencia al viejo tren que parte de Lisboa, con exactitud británica, a las 21h18. Otra cosa, claro, es llegar a Madrid, que aunque esté previsto a las 08h10, puede ocurrir a cualquier otra hora de la mañana. Es más, recuerdo una vez que el tren llegó a media tarde, sabe Dios por qué confusiones en esa siempre complicada operación que es el intercambio de agujas.
He leído, no sin algo de envidia, que dentro de pocas fechas podrá irse de Barcelona a París en un flamante tren de alta velocidad. Sabido es que, vistas las limitaciones presupuestarias actuales, con buen criterio, Portugal ha tenido que renunciar al proyecto de un tren similar que uniría las dos capitales ibéricas. No creo yo que ese fabuloso tren sea necesario. Sin embargo, sí sería bueno que nuestras autoridades repensasen con detenimiento el proyecto y avanzasen tal vez con una modernización de la línea ferroviaria hasta la frontera española. Esto sería más que suficiente.
Portugal dispone de una excelente conexión entre Lisboa y Oporto. El Alfa pendular, como nosotros llamamos a este tren, permite viajar con toda comodidad de una ciudad a otra en poco más de dos horas y media. Uno se pregunta por qué no podríamos desarrollar un tren semejante entre Lisboa y Madrid.
Rui Vaz de Cunha