¡Maldita Unión Europea!. ¡Maldito Festival de Eurovisión!. Que voten en las próximas elecciones europeas los austriacos y todas las mujeres barbudas, que haberlas, hailas (sobre todo en Portugal, esos vecinos que les dan a ellas 12 puntos y a sus vecinos, por mucho que sea lo normal en el certamen, ni uno).
No nos quieren ver ni en pintura en el viejo continente. Ya verán las caritas de Platini en la próxima final de la Liga de Campeones. Si fuera por él seguro que ya habría suspendido el partido. Y Portugal no lo suspende porque se van a forrar a nuestra costa.
Quizás todo se deba a que fuera de nuestras fronteras no tienen oído musical, ni sentido del ritmo, ni por supuesto tienen puñetera idea de lo que es una buena cantante. ¿Hay alguien que sepa más de Eurovisión que Íñigo? Sí, vale, José Luis Uribarri, pero,desgraciadamente, ahora está dando clases a los angelitos. Y si el bigote más famoso de España dice que Ruth Lorenzo debe ganar… ¡Pues debe ganar!.
El locutor lo dejó claro durante la retransmisión. Empezó, mientras nuestra representante se curraba lo de la bandera de España, diciendo que «debería ser este año» en el que volviéramos a repetir la experiencia multiorgásmica que sintió el país con Massiel y, en menor medida, con Salomé. Y terminó apuntando, tras la actuación de Ruth, que «no se puede hacer mejor», y «a ver si se hace justicia».
Pues no Chema, pues no. Ni va a ser este año, ni se ha hecho justicia. Otra vez nos la han vuelto a jugar. Malditos europeos. Malditos envidiosos. Maldita política. Sólo Albania sabe de música. ¡12 puntos para España! Sí señor. a partir de ahora si alguien quiere veranear fuera de nuestras fronteras solo debería ir a… Albania. Si llegan a ser vecinos nuestros, en vez de franceses y portugueses, nos pagan hasta la deuda bancaria.
Y es que por mucho que Íñigo confesara hace unos días a ESTRELLA DIGITAL que nadie sabe con anterioridad quién va a ganar, que para eso está Price Waterhouse para auditarlo todo, lo que sí se sabe antes de empezar es quién no va a ganar… ESPAÑA. Como mucho, si les cantamos algo en inglés, nos dejan que estemos entre los diez primeros. Y si seguimos portándonos bien, pues Alemania nos dará otro punto (gracias ms.Merkel).
Que Ruth Lorenzo no era la tía más buenorra de todas las participantes, pues lo aceptamos (¡Viva Polonia!). Que estaba más sola que la una, pues también (podían haber puesto más lejos a las del coro, fuera quizás de la sala). Que no se movió ni dos centímetros de donde se plantó en el escenario, pues lo aceptamos también como animal de compañía o como diantres quieran, aunque la barbuda se movió todavía menos. Pero a ver quién se atreve a negar que es la que mejor voz tiene y la que mejor cantó.
Pero daba igual. Ni nos votaron cuando fuimos descalzos, como unos pordioseros, ni cuando llevamos a un «payasete», ni cuando nuestros reprsentantes, como el año pasado, hicieron una penosa actuación. Ni nacionalizando a Miley Cyruss y diciéndola que se desnudara en el escenario lograríamos votos suficientes para ganar.
Si votar a Cañete o Valenciano no sirve para nada, lo de ir a Eurovisión es una pérdida de tiempo todavía mayor, al menos para los que no es suficiente con participar. Bueno, menos para quien nos representa, que se gana un viajecito remunerado por un país del este, ni para Íñigo, que tiene su noche de gloria anual, recordando los exitosos tiempos pasados en Prado del Rey.
Y, por supuesto, para ver cómo con cuatro «andamiajes» se puede hacer un escenario más espectacular que cualquier teatro hollywoodense. Si es por eso, porque necesitan nuestros euros para poder construir cosas tan increíbles, pues nada, sigamos yendo. Eso sí, eligiendo un jurado que también sepa de música y no de «looks» estrambótios, y una portavoz del mismo que sepa inglés y que sepa cuándo tiene que decir las votaciones. Con gente así no sólo no ganaremos, eso está claro, sino que hasta nos silbarán como a Rusia. O algo peor.
La mosca