«Una infidelidad se perdona». ¿Y tres? ¿Y cinco? ¿Y veinte? Alguna de estas preguntas son las que tendría que haberle hecho Jorge Javier Vázquez a Chiqui cuando ésta le dio la absolución a su marido. Quizás la primera ya no habría hecho falta poco después, ya que ella misma indicó que sabía que Borja le había confesado en su día que le había puesto tres veces los cuernos con una compañera de trabajo. Ni los apóstoles parece que perdonaron tanto como la pequeña concursante de 'Supervivientes'.
Con cara de no haber roto nunca un plato, el chico tuvo que soportar los morreos obscenos de su mujer desde que arribó en la playa, algo que le costó más que a los aliados desembarcar en la de Omaha. Eso sí, ahora que estamos a apenas dos semanas de celebrar el 70º aniversario de esta famosa gesta en Normandía, a buen seguro que nadie recordará ya dentro de dos días el citado reencuentro amoroso. Las pesadillas, mejor olvidarlas.
Quizás por eso, por conocer el «pronto» de su mujercita, Borja le contó una versión «light» de sus flirteos con otras mujeres. Que si no se había liado con ninguna, que si sólo había hablado con una a través de internet, «porque estaba solo en casa y la tenía de apoyo», que si había salido otra diciendo que había estado con él en una pensión madrileña pero que era falso…
Lo más grave que le contó, repugnante para la mayoría, es que a su amiga cibernauta se la «enseñó» por Internet, «y ella a mí». Aquí ni su mujer, ni el «mente sucia» de Jorge Javier, le pidieron que explicara qué era eso de que ella también se la enseñó (¿era travesti? ¿era un tío con peluca? ¿qué demonios le enseñó «ella»?)
Para él, lo peor era que esa persona le había traicionado con otro concursante de 'Supervivientes', y de ahí que toda España se hubiera enterado de sus infidelidades. Pero esa era otra historia, una que, según le dijo, «te contaré cuando regreses, para que nadie se pueda hacer un 'plató' a nuestra costa».
Lo de menos para él era que el polígrafo que sí le dijo había hecho en Telecinco hubiera determinado que era un vago, que era un hombre mantenido, que había mantenido conversaciones picantes encerrado en el baño de la casa de sus suegros, que le había sido infiel a Chiqui en más de una ocasión, que ésta no conocía todavía todas sus infidelidades, que había ofrecido sus servicios como gigoló, que había tenido un «encuentro» en un coche mientras su mujer estaba en 'El Reencuentro', o que cuando había acompañado a ésta a los platós había tonteado con otras chicas. Vamos que ni en la ganadería de Victorino Martín hay tantos cuernos como en la relación de esta pareja.
Chiqui no quiso dar esta vez el espectáculo televisivo que estaba deseando Jorge Javier y la audiencia de Telecinco, y tan sólo insistía una y otra vez que ella le quería mucho, que, como si fuera Kabir Bedi, quería un hijo suyo, y que «cuando le miro a los ojos sé que me dice la verdad», confirmando que lo primero que tendrá que hacer a su llegada a España es ir a un oftalmólogo a revisarse la vista.
Borja no sólo consiguió engañar a su mujer sino que ésta incluso sintiera pena por él, cuando él le reconoció que estaba en tratamiento psicológico por todo lo que estaba teniendo que soportar. Fue su golpe de efecto perfecto. El arma con el que enfrentó a Chiqui con media España, con aquella que había llevado a su maridito a tener que recibir esa atención médica. Como si alguien tuviera la culpa de que él fuera enseñando su miembro por internet, como él mismo confesó había hecho.
Claro que no todo el mundo puede ser gigoló, ni pensar en cobrar 300 euros por media hora de servicios, como ya había reconocido en el polígrafo. Ahora se entiende cómo una «top model» como Chiqui se ha podido fijar en él. Pobrecillo. Qué malos somos los españoles. Lo que no sé es qué va a hacer ahora que dice ha tenido que quitar internet de su casa y ha cerrado sus cuentas de facebook. ¿El harakiri? No, porque eso no es ninguna técnica sexual. De lo único que él entiende.
La mosca