En cuestión de horas finaliza la campaña para las elecciones del domingo día 25, pero ¡¡¡qué campaña!!! Es sabido que en toda contienda electoral hay sus tensiones, contratiempos, y elementos inesperados, pero será difícil que cualquier campaña que esté por venir pueda superar lo que hemos visto y oído durante todas estas jornadas.
La política tiene estas cosas. Es la ciencia más inexacta de todas, la más sorprendente y desde luego la más frágil. ¿Alguien pudo imaginar que el machismo fuera a convertirse en un argumento tan recurrente? ¿Alguien calculó que Arias Cañete le fuera a salir tan mal el debate con Elena Valenciano? ¿Alguien creyó aunque fuera por un segundo que la candidata socialista viera el cielo abierto por el error de su adversario? Nada, nada de lo visto y oído entraba dentro de lo previsible.
Al margen de los convencidos de unos y otros ¿qué pensaran los ciudadanos? ¿Se verán reflejados en las cifras que objetivamente indican que España está mejor que hace dos años? ¿Creerán que con los socialistas va a haber más becas y más maestros y se subirán los sueldos y desaparecerá el paro? ¿Qué pensarán?
A Cañete se le ve tocado y a Elena Valenciano una pizca sobrada
Es seguro que muchos, piensen lo que piensen, el domingo se van a quedar en casa y la abstención puede convertirse en la opción más refrendada. Nadie ni nada les puede obligar a hacer lo contrario pero lo alarmante es lo que esa abstención indica que no es otra cosa que el descreimiento, la fatiga, la decepción y, por qué no decirlo, un punto de comodidad: que decidan otros, dirán algunos.
Esta campaña, salpicada de episodios condenables de todo punto de vista, como fue el que Carmen Chacón apenas pudiera lanzar su mitin o la emboscada en toda regla que supuso el ataque al coche de Montoro y Sánchez Camacho, ha sido un monumento a la banalidad, la exageración.
A Cañete se le ve tocado y a Elena Valenciano una pizca sobrada. Rajoy y Rubalcaba, cada uno en su papel, han sido, otra vez, los únicos que tienen claro lo que se juegan, porque ellos y no otros, son los auténticos «candidatos» de estas elecciones que se celebran después de una campaña que, hay que ver, ¡¡¡qué campaña¡¡¡
Charo Zarzalejos