Es curioso que cuando pierden votos –porque las elecciones no las han perdido en el sentido en que siguen siendo los más votados- los partidos mayoritarios de siempre, el “establishment político”, se hable de “terremoto político” (Manuel Valls dixit). Es cierto, que en estas elecciones europeas han pasado algunas cosas interesantes en el mapa político y otras preocupantes pero eso debería servir para hacer reflexionar –de una vez- a la casta política que nos gobierna y desgobierna. El dato más espectacular es el del avance del extremista Frente Nacional en Francia que no debería sorprender porque hay una derechización del país que estaba anunciada. Habría que ver si estos resultados en Francia serían extrapolables a unas elecciones nacionales –creo que no-. También deprime al europeísmo militante la victoria de UKIP (Nigel Farage) en el Reino Unido dado que es un partido conscientemente antisistema. En el plano internacional global, parece que está claro que ha ganado el Partido Popular Europeo pero nada de mayorías absolutas pues el Parlamento Europeo es muy plural aunque algunos dirían que está “atomizado” como si eso fuera una enfermedad. A estas alturas todavía no sabemos quién será el próximo presidente de la Comisión Europea -¿debería serlo Jean-Claude Juncker?- y mucho menos si su personalidad luxemburguesa va a tener alguna influencia en dirigir hacía algun lugar diferente la fuerza de los grandes poderes europeos que son Alemania y el Banco Central Europeo. Y todo esto votando menos de la mitad del censo electoral.
Los de Pablo Iglesias saben explotar convenientemente el clima de “desafección política”
En el plano interno español diría “sí se puede” que es la quintaesencia de ese partido auténticamente radical –ojo, he dicho radical , no extremista- que es “Podemos”. Dicho de una forma suave: los de Pablo Iglesias saben explotar convenientemente el clima de “desafección política” por la corrupción estructural de los grandes partidos españoles. No se si esto es el fin del bipartidismo, quizá sí dado que otros “terceros” han sacado muy buenos resultados como Izquierda Plural o UPyD pero en cualquier caso la debacle de los dos partidos de siempre, el PP y el PSOE, ha sido considerable: han perdido 17 eurodiputados de una tacada y juntos no superan el 50% de los votos. En Catalunya ha habido travase de votos de una forma evidente con una fuga considerable del PSC hacia Esquerra Repúblicana, aliada con el nuevo partido de Ernest Maragall: es una sangría de votos que parece que sólo acaba de empezar y que puede dar un golpe definitivo a la transversalidad del PSC tal como la conocíamos hasta hace poco. Tampoco CIU está para echar cohetes porque están perdiendo el liderazgo de lo que llaman “el proceso soberanista” en favor de Esquerra Republicana.
Después de estas elecciones parece que, como se dice usualmente, todo está “más abierto”: en el Parlamento Europeo los disidentes del sistema van a tener una fuerza considerable por muy fragmentados que estén. En el plano interno, en el futuro, quizá haya aquí más coaliciones entre partidos para gobernar en todos los niveles: eso sí sería un terremoto político.
Julio Vives