miércoles, octubre 2, 2024
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El problema de ser ministro gay en España

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Si no hacen nada, palito que te crió por no ganarse el sueldo. Si lo hacen, se la ganan por pasarse de listos. Bueno, o se les insulta directamente, si es que llamar a una persona «gay» puede considerarse como un insulto (para los retrógrados que lo hacen, sí). 

Dura vida, por ejemplo, la de un presidente autonómico. Ganan tanto que no saben qué hacer con ello, incluso después de dejar de serlo. Si los ministros tienen derecho, durante 24 meses después de abandonar el cargo, a un sueldo del 80 por ciento de su salario (más de 4.000 euros brutos), ellos lo mismo tienen pensiones vitalicias, que despachos, chóferes o secretarias a su disposición. Depende de la Comunidad en cuestión. 

Y eso sin contar que les llaman para conferencias o charlas bien remuneradas en las que da igual lo que digan 8 (si dicen una burrada, una más, pues mejor, porque a lo mejor hasta les llaman para más). Quizás por eso algunos se creen que son muñecos de «pim, pam, pum» que también llevan en su sueldo el poder recibir cualquier crítica o insulto. 

Eso es lo que ha llevado por ejemplo a tertulianos de Intereconomía a cargar duramente contra Alberto Núñez Feijóo y José Antonio Monago, presidentes de Galicia y Extremadura, respectivamente, por «fomentar la homosexualidad», como dijo el presentador de 'El gato al agua', Javier Algarra. El primero por haber aprobado e una ley contra la discriminación homosexual, y el segundo por un plan para atraer el turismo gay.

Claro que eso no es nada si se compara con lo que citó en el programa Eduardo García Serrano, el hombre que en su día llamó «maricón» a Zerolo y «guarra y zorra» a una consejera catalana. Según él, 
«no hay ni un solo padre en España que quiera que a su hijo le fomenten las prácticas homosexuales en el colegio o que ser homosexual es estupendo.

Para él, la ley de Feijó es «tóxica, totalitaria y hitleriana porque obliga a contratar homosexuales, bisexuales, transexuales e interesexuales». Mientras, Xavier Horcajo, como si hubiera llevado a cabo una encuesta de puerta en puerta por toda Galicia, indicó que «he preguntado si alguien en Galicia tenía este problema, y efectivamente el consejero de Educación tiene una pareja de su mismo sexo, lo cual me parece estupendo».

Igual de «estupendo», según ellos, que la idea de Monago de crear un plan para atraer turismo gay a Extremadura y la de defender la fiesta de 'Los Palomos'. Se rieron de todos ellos todo lo que quisieron, aunque cuando menos se privaron esta vez de llamarles cualquier cosa. 

La imposibilidad de juzgar a esos políticos por vía judicial no les impide a todos estos sujetos hacerlo vía televisiva. ¿No son personajes públicos? Pues a lapidarlos. Esa es su filosofía, al margen de la de que «yo soy el único que tiene la razón». Menos mal que Intereconomía todavía sigue teniendo audiencias minoritarias. Y, por supuesto, menos mal que esta vez las dos víctimas eran del PP. Si llegan a ser del PSOE, IU o Podemos, en especial de esta formación, las «chanzas» del Ku-Kus-Klan habrían sido más «lights» que las de Jorge Javier Vázquez a sus «supervivientes» indocumentados.

La mosca

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