domingo, septiembre 22, 2024
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La decisión más razonable

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La abdicación era la decisión más razonable e inaplazable a la vista de la situación a la que había llegado la institución monárquica, rodeada de problemas por todas partes. Empezando por el propio Rey y sus carencias de salud y los errores cometidos en los últimos años, algunos de los cuales le obligaron a pedir perdón a los españoles, en memorable e insólita ocasión. Y claro está, continuando por la maldita historia del caso Nóos, primero con Urdangarín y luego también con la infanta Cristina, historia que en cualquier momento podría desbordarse hasta lo inenarrable. Por ahí hay que buscar el meollo de la explicación a la drástica decisión comunicada este lunes por el monarca y que ha estallado en España como el gran suceso de los últimos años. El respiro es la buena preparación, la sensatez y la limpia ejecutoria del príncipe Felipe, lo que garantiza que el problema institucional seguramente mejoraría, en el caso, claro, de que las cosas funcionasen y no se modificase el cuadro que ha protagonizado las últimas décadas.  

La conveniencia del referéndum resultaría, pues, evidente para la futura estabilidad y gobernabilidad de la democracia española

No podemos dejar de reconocer los servicios del Rey Juan Carlos a España y a la democracia, que se están magnificando hasta la extenuación, pero al cabo de tanto tiempo y tanto desgaste es normal y saludable que muchos sectores de la sociedad y de la política exijan cambios profundos, incluso el famoso referéndum para que los españoles se pronuncien en torno a la forma de Estado que prefieren. Esto último sería de una gran utilidad para el propio Felipe de Borbón si se cumpliese la convicción tan extendida de que esa consulta tendría un resultado favorable para la Monarquía. Y si así no fuese, pues se evitaría perpetuar una forma de Estado rechazada por la mayoría. La conveniencia del referéndum resultaría, pues, evidente para la futura estabilidad y gobernabilidad de la democracia española, algo que todos debemos desear y, en primerísimo lugar, la propia institución y la familia real. Dicho todo lo anterior con el reconocimiento, reitero, de los servicios de Juan Carlos de Borbón a este país.

Pedro Calvo Hernando

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