La soleada Los Ángeles, una ciudad brillante, punto de partida de charlas que siempre comienzan con una misma pregunta: ¿De dónde eres? Claro indicativo de cual es el motor de esa enérgica ciudad: una perpetua afluencia de soñadores, buscavidas y trabajadores con un imperturbable optimismo.
¿Dónde sino podría un acróbata inglés llamado Archibald Leach convertirse en el elegante y desenvuelto Cary Grant? ¿O un culturista austriaco ascender a la mansión del gobernador? ¿A qué ciudad aparte de LA ha tenido que traerse el agua, tras abrir un concejal las compuertas de un acueducto de 375 km y permitir con ello cabalgar libres de riendas y jinetes a millones de litros?
El ajetreo allí parece no haber parado desde aquel acontecimiento. Los guionistas trabajan a la sombra del cartel de Hollywood. Los surfistas bizquean por las excepcionales olas de Malibú. Además de ellos están los auténticos cazadores de sueños, eternos optimistas que hacen cola en Pink's para probar un bocado del perfecto perrito caliente. Y a unos pasos de estos, las saludables delicias macrobióticas del M Café de Chaya, donde un perrito caliente provocaría gritos de horror entre los clientes vestidos de Juice
Pero así es LA. Una animada mezcla de cultura, sociedad y gastronomía donde los clubs-du-jour acechan en cualquier lado junto a los clásicos delis, en el que las palmeras se mecen sobre ríos de automóviles y donde los museos de famosos se atosan junto a los hoyos de alquitrán.
La ciudad, retratada en la oscarizada 'Crash', no es tan hostil. Ni mucho menos. En el centro la alegría, las bromas y las risas se confunden con la música, los rayos de sol y el tintineo de los hielos en los vasos de refresco. Y lejos de esas calles abarrotadas de turistas, todo el mundo está demasiado ocupado charlando por el móvil o haciendo yoga como para preocuparse de los que tiene a su alrededor.
A menos, claro está, que uno sea director de casting. Sí, de acuerdo, quizás parezca una ciudad superficial, egocéntrica y poco más que soleada, pero que más da. Hay que divertirse, reinventrarse, comprar, ir de excursión, practicar algo de surf, ir de fiesta… Cada uno puede hacer suyo Los Ángeles.
Y así lo ha hecho la industria del videojuego. Una vez más, llegado junio, este sector, ya con un hueco en el mundo del ocio electrónico y convertido en el que más ingresos y oportunidades ofrece a pesar de su corta edad, convertirá a la ciudad de las rancheras, la alegría y los tres soles en la capital del mundo del videojuego durante la próxima semana, como lleva haciendo desde hace ni más ni menos que veinte años.
Lo hará celebrando una nueva edición de la Electronic Entertainment Expo (E3), papel sobre el que se escribe la historia de los videojuegos, lugar que ha visto nacer muchas consolas y títulos, por cuyas páginas han pasado los más importantes creadores y periodistas del sector y donde surgen las portadas más espectaculares y los mejores anuncios, materiales audiovisuales y conferencias.
El sitio elegido para el acontecimiento ha sido una vez más el mágico Convention Center. La industria del videojuego no ha tenido unos orígenes fáciles, y si aún a día de hoy es infravalorada por muchos, no hay más que imaginar como fueron los primeros años de la feria para comprender que, quizás por lealtad, o quizás porque allí ya todo gamer se siente como en casa, se opte una vez más por no mudarse de Downtown, lugar que la acogió por primera vez hace dos décadas.
Pocos se atrevían a frecuentar por la noche hace no demasiado tiempo ese (por entonces) recóndito lugar de la ciudad. Y es que en su momento, cuando caía el sol y los ejecutivos salían de sus fortalezas del Financial District, solo algunos monumentos históricos atraían a los viajeros hasta la zona. No fue hasta la llegada del Staples Center, el Standar Hotel y el Walt Disney Concert Hall cuando las puertas del distrito se abrieron por completo al ambiente y al entretenimiento.
¿Quién iba a atreverse a aventurar por entonces que una feria que no llevaba en su nombre la palabra “videogame” por ningún lado debido al peligro y el riesgo que conllevaba apostar abiertamente por algo así acabaría celebrando veinte ediciones más? Si las cosas han funcionado allí, puede que lo mejor sea no moverse.
En cualquier caso, no es momento de mirar al pasado, sino de hacerlo al futuro. El Convention Center ultima ya lo detalles para acoger a las más de 50.000 personas (número nada despreciable teniendo en cuenta que es un evento cerrado al público general) de más de 105 países diferentes que recorrerán en las próximas horas los 230 expositores que alberga en su interior.
El lunes una vez más habrá llegado la hora de embarcarse en un emocionante y vibrante viaje a través del Galen Center, del Orpheum Theatre, del Los Angeles Memorial Sports Arena, del Nokia Theatre y del Convention de la mano de Sony, Microsoft, Nintendo y demás compañías, junto a las que viviremos y descubriremos el futuro de este maravilloso sector.
David Arroyo