Los primeros golpes suelen ser los más certeros. Por eso, Felipe VI tendrá que hacer ver a los españoles que, con su llegada van a cambiar algunas cosas en este país, donde muchas gestiones han dado lugar a que España continúe languideciendo.
Para empezar, va a tener una agenda apretada tanto nacional como internacional. En breve viajará a Marruecos, Portugal y Francia. También es muy probable que viaje a Roma en una audiencia con el Papa Francisco.
En septiembre, el nuevo Rey, pronunciará un importante discurso en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para pedir el ingreso de España, como miembro no permanente de la ONU.
Tampoco podemos olvidar la Cumbre Iberoamericana en Septiembre, que este año se desarrolla en el Estado de Veracruz, en México.
La imagen que, el todavía Príncipe de Asturias debe proyectar, es la de un hombre dinámico en un país dinámico, de un hombre tranquilo en un país tranquilo y de un hombre con empuje en un país que busca la pujanza.
Pero el golpe real, el golpe de efecto importante, ese golpe que conseguiría captar la atención y simpatía de los españoles, será su manejo institucional en la problemática con Cataluña y, posteriormente con el Pais Vasco.
La transición del Rey saliente al Rey entrante no ha sido óbice para que Artur Mas continúe con esa matraca soberanista y, no renuncie, al referéndum el próximo 9 de Noviembre. Mas está lanzando un órdago. Da igual si es o no vinculante. Lo importante, para el Presidente de la Generalitat, es crear un precedente, un estigma que quede indeleble. Será ahí, donde se vean las hechuras políticas del nuevo rey.
Es cierto que Felipe VI no puede gobernar. Por lo tanto no puede abortar cualquier intento de secesión de Cataluña o del País Vasco con respecto al Reino de España. Sin embargo, su figura puede edulcorar unas relaciones ríspidas, incluso tender los puentes necesarios para que ese proceso vaya diluyéndose en el tiempo.
Este será el gran reto que tendrá el nuevo Monarca. Si lo consigue, obtendrá la simpatía de muchos; más allá de si es o no cercano. Al final no interesa la cercanía del Monarca pero sí su trabajo como cortafuegos, como paraguas de una institución que nos abarca a todos.
Alberto Peláez