martes, noviembre 26, 2024
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Don Felipe, bailando con lobos

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El ciudadano Felipe de Borbón ya convertido en Felipe VI tiene por delante una difícil tarea. Llega al Trono en un momento en el que hay partidos políticos que participaron del Pacto Constitucional y que han decidido situarse fuera de aquel pacto. Me refiero a CiU y al PCE. En segundo lugar, desde Cataluña se está echando un pulso al resto de España para celebrar un referéndum secesionista. Y en tercer lugar, la abdicación de su padre, el rey don Juan Carlos, ha abierto la espita a que en amplios sectores de la sociedad española se plantee la reivindicación de que se celebre un referéndum sobre el modelo de Estado.

Son más los retos a los que deberá de enfrentarse el nuevo rey, pero estos tres por sí solos tienen tal entidad como para resultar determinantes. Quienes le conocen aseguran que está sobradamente preparado para la tarea que le espera y es de suponer que es así. Pero tiene por delante el reto de convencer a los españoles de que merece la pena que nuestro país continúe teniendo como modelo de Estado la Monarquía parlamentaria.

Felipe VI necesita opiniones sinceras que le lleguen desde todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo a sus adversarios

Su primer discurso, sin duda un excelente discurso, ha sido determinante para hacernos una idea de qué clase de rey quiere ser y sobre todo cuales son sus preocupaciones. Don Felipe ha puesto en valor la Constitución y la Transición como el mejor punto de partida para el tiempo nuevo que se avecina. Un discurso integrador y respetuoso con la diversidad de España al tiempo que ensalzaba las ventajas de la unidad. El nuevo rey ha dejado claro que el diálogo es el mejor camino para el entendimiento y dirimir cualquier diferencia. Y tampoco se olvidó de referirse a la crisis, a los estragos que esta ha causado en miles de familias. Los jóvenes, su futuro, también estuvieron en el rosario de sus preocupaciones. Y todo dicho con un lenguaje nuevo, cálido, cercano, con el que ha empezado a marcar la impronta de su reinado.

Dar consejos a un rey es además de una osadía un ejercicio inútil, pero es de esperar que tenga la suficiente cautela para no organizar una corte a su alrededor y mucho menos una camarilla. Rodearse de quienes solo va a recibir halagos sería un error. Felipe VI necesita opiniones sinceras que le lleguen desde todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo a sus adversarios, porque solo desde el conocimiento y el respeto a los adversarios, a quienes defienden la República, logrará comprender mejor a la sociedad. Ser rey de todos no es tarea fácil, pero tiene el ejemplo de su padre, que fue capaz de convertir en juancarlistas a los más acérrimos republicanos.

Arbitrar no es meter las manos en la masa, de manera que don Felipe haría bien en ser cauteloso.

El futuro está por escribir. Por tanto el futuro de don Felipe de Borbón dependerá en buena parte de él mismo, pero sobre todo de su capacidad, insisto, en demostrar que puede ser un rey de su tiempo, que conoce bien los afanes y los problemas de la sociedad española y que no vive al margen de la realidad. Y, la verdad sea dicha, es lo que ha reflejado en su discurso ante las Cortes.

En los últimos días hemos asistido a loas empalagosas sobre el ya nuevo rey y también a colocar sobre sus hombros la responsabilidad de arreglar problemas que son políticos y que por tanto no le corresponden a él resolver por más que la Corona pueda ejercer una labor de arbitraje. Pero arbitrar no es meter las manos en la masa, de manera que don Felipe haría bien en ser cauteloso.

Si no tuviera la edad que tengo diría que me sorprende como han aflorado aduladores por todas las esquinas y como hay gente que con total descaro parecen querer colocarse en primera fila en la nueva etapa que comienza.

Esperemos que don Felipe sea capaz de distinguir el trigo de la paja y que no busque que le regalen los oídos sino que sea capaz de escuchar a quienes están en sus antípodas.

Y si nos fijamos en algunos detalles y decisiones que se han tomado estos últimos días, a muchos nos resulta incomprensible que don Juan Carlos no asista a la coronación de sus hijo y mucho menos comprensible es que los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía estén por detrás de Leonor en el protocolo del Estado. ¡Por favor!

No, Felipe VI no lo va a tener fácil, está rodeado de muchos lobos y los peores son los que se envuelven en piel de cordero. Pero después de escuchar su discurso de proclamación creo que ha comenzado con buen pie y hoy solo cabe desearle suerte.

Julia Navarro

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