martes, noviembre 26, 2024
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Recorrido inquietante

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Sigamos un trayecto desde el Himalaya hasta el Océano Atlántico. Muchos polvorines. Inquietante. Partimos de Pakistán que dispone del arma nuclear, internamente inestable y enfrentado a la India. Apenas controla sus territorios pastunes, colindantes con Afganistán, repletos de talibanes. Sigamos por Afganistán del que salen este año las tropas de la OTAN sin haber conseguido, junto a la ONU y la UE, ni el pleno desarrollo del país ni su seguridad, aunque la situación haya mejorado. Lo que ocurra luego no lo sabe nadie. Ahora eligen a un nuevo Presidente. Veremos. Putin también está inquieto. A Moscú siempre le ha inquietado, así como a los países centroasiáticos de la ex-URSS, la estabilidad en Afganistán porque afecta a la seguridad en Asia central. Irán es la siguiente etapa. Más esperanzador si se consolida la moderación de su nuevo Presidente, Rohaní, y la renuncia al arma nuclear. Pasemos a Irak. Sigue sin consolidarse su democracia y su estabilidad interna política, étnica y religiosa, abundando los atentados terroristas. Además, irrumpen ahora los yihadistas sunitas del Estado Islámico de Irak y del Levante (EIIL), ocupando mucho territorio iraquí y llegando a las puertas de Bagdad. Cogen descolocado a Obama en su deseo de apartarse militarmente del Irak de Bush. Envía ahora allí a 300 militares. ¿Será el principio de un retorno militar? Dos errores no suman un acierto. La invasión de Iraq de Bush hijo fue una catástrofe pero ya metidos en el lio el abandono drástico de Obama un desastre. Oportunidad de oro, ahora, para Irán, chiita, de incrementar más su influencia sobre los chiitas de Irak. Terreno para una concertación, hasta cierto punto, entre Washington y Teherán. Por otro lado el independentismo kurdo, aún contenido, se anima.

La invasión de Iraq de Bush hijo fue una catástrofe pero ya metidos en el lio el abandono drástico de Obama un desastre

Llegamos a Siria. Sigue el horrible conflicto interno donde ha prosperado el yihadismo sunita califal que ahora desborda en Irak. Mucho yihadismo sunita fue bien visto inicialmente por países occidentales, Turquía y las dinastías arábicas por sumar contra Assad, ahora más en la órbita rusa aunque accedió a desprenderse de su arsenal químico. Otra primavera árabe destrozada y un Assad recuperado. El Líbano, contiguo, mediatizado por diversas facciones religiosas (alguna respaldada por Irán) y por sus vecinos Siria e Israel. En Palestina la pugna entre Israel y los palestinos se mantiene con pocas perspectivas de solución a pesar de los rezos del Papa y de los más serios esfuerzos de Kerry, mientras Jordania, como siempre, acoge a toda clase de refugiados que ponen gravemente en riesgo sus costuras nacionales.

Vayamos a Egipto sin perjuicio de mirar antes al norte y al sur. Al norte vislumbramos una Turquía con problemas, emparedada entre Oriente y Occidente, entre Europa y Rusia, entre el Cáucaso y los árabes, entre el laicismo y el Islam. Al sur observamos la península arábiga preguntándonos cuanto tiempo perdurarán esos regímenes feudales temerosos del poderío iraní. Entretanto cobran caro su petróleo. Ya en Egipto contemplamos un país dividido donde los militares han vuelto con el general de turno, ahora un tal Asisi, con una nueva Constitución a la vez más militar y más islámica. Al sur un Sudán recién particionado con la parte sur inestable. Pobreza con petróleo. Seguimos por una Libia atomizada y desordenada tras el inevitable derrocamiento de Gadafi. Más al sur oteamos un Sahel trufado de terroristas y exportador de inestabilidades, empezando por los países vecinos subsaharianos donde Fuerzas europeas, junto a otras africanas, se han desplegado para contener al terrorismo.

Túnez es la excepción exitosa de la  Primavera Árabe. En Argelia el autoritarismo y la opacidad siguen prevaleciendo. Así las cosas, Marruecos casi se antoja un paraíso democrático, eso sí, bien vigilado por el Monarca, Jefe de sus creyentes. Esto último una ventaja. Para él. En el Sahara Occidental, pobrecillo, parece imperar el silencio de la opresión.

Las aguas atlánticas remansan nuestros pies cansados de andar sobre carbones ardientes, pero no logran apaciguar la mente preocupada por el futuro de estos países y sus repercusiones en los nuestros.

Las aguas atlánticas remansan nuestros pies cansados de andar sobre carbones ardientes

¿Que tienen de común todos estos países? ¿Un Islam enzarzado en guerras de religión? ¿Un rechazo de las influencias occidentales con métodos violentos? ¿Un terrorismo imperante? Probablemente, pero eso no lo explica todo. Si nos atenemos solo al lado confesional no es el Islam propiamente dicho el que puede ser responsable, es la alienante fenomenología religiosa cuando se radicaliza y fanatiza. Chiitas contra sunitas. Islámicos contra occidentales laicos o cristianos. El mundo musulmán y el judío enfrentados. Los “otros” siempre pecadores. También lo constatamos en el mundo occidental cuando fieles o Instituciones religiosas tratan de imponer a todos su criterio. Es, asimismo, su subdesarrollo y escasas esperanzas hacia el futuro. Culturalmente es otro mundo que el occidental ha colonizado. Ahora deseamos que adopten nuestros valores democráticos en un santiamén cuando a nosotros mismos nos ha costado mucho tiempo y nos falta mucho por hacer. Es un ambito variado, diferente y complicado. Hay que abordarlo considerando sus propias características.

Dicho esto, ¿qué van a hacer ahora los occidentales en tierras de Mesopotamia? ¿Hay un rol para las NNUU? ¿Podría ser un terreno de consulta entre la UE, los EEUU, Rusia, Irán y, al menos, algunos países árabes?

 

Carlos Miranda es embajador de España

Carlos Miranda

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