martes, noviembre 26, 2024
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El plan lagartija

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Tiene bemoles que el partido que más ha hecho y sigue haciendo por degradar la tenue democracia española, auspicie un plan de regeneración para la misma. Debe suponer Rajoy que la democracia es como las lagartijas, que se les corta la cola y les crece otra al gusto, o también cabe la posibilidad de que suponga que los españoles son bobos, suposición amparada en el hecho de que le otorgaron no sólo la gobernación del país, sino con mayoría absoluta. Rajoy, y no es la primera vez que le pasa, tiene un plan, en ésta ocasión el Plan Lagartija, que debe consistir en promover la regeneración de los miembros del pequeño y escurridizo lacértido después de habérselos amputado concienzudamente.

Será que la ley electoral no precisa, para regenerar algo, de cambios profundos, pero se les ha ido a ocurrir el único que garantizaría la pervivencia del Ancien Régime, y con ella, la de un Partido Popular que se sabe a nueve meses de las municipales

A Rajoy, ese señor que salió en un plasma mientras España se precipitaba al abismo, y no digamos su partido con la revelación de los sobres de Bárcenas, la democracia le parece bien, o no tan mala, si garantiza el orden clásico de la Restauración, ese caos en el que dos partidos se turnan en cortarle el rabo, y las patas, y lo que se tercie, a la lagartija, que por eso su adjunta, Soraya, ha dicho que cuentan con el PSOE para, a pachas, urdir bien el plan, incluido el epígrafe relativo a la elección caciquil de los corregidores, esto es, de los alcaldes. Menudo plan. Un plan que, muy en el estilo de Rajoy, fomentaría la desgobernación política de los municipios, pues para gobernar ya está «el mercado», y éste se entiende mejor con un partido que con una coalición. Será que la ley electoral no precisa, para regenerar algo, de cambios profundos, pero se les ha ido a ocurrir el único que garantizaría la pervivencia del Ancien Régime, y con ella, la de un Partido Popular que se sabe a nueve meses de las municipales, y porque se lo ha ganado a pulso, descabalgado del poder local por la izquierda, que aunque fragmentada, luego se junta.

Con el bisturí de sus políticas antisociales, el PP no ha dejado de la lagartija, de la pequeña y asustadiza democracia española, ni el rastro de su paso sobre el soleado muro de piedra, pero ahora asegura, como si se dirigiera a una cuerda de orates, que tiene un plan para que le crezca el rabo. A lo mejor es que Cotino o el alcalde de Pozuelo, ese pedazo de Borja que quita el sentido, integran el comité de sabios del Plan Lagartija, en cuyo caso, nada más que decir.

Rafael Torres

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