martes, noviembre 26, 2024
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Vlad I de Rusia

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Al Irán de los fanáticos ayatolás que lapida mujeres violadas y ahorca homosexuales en una grúa, a la Siria desmembrada y “socialista” de los niños gaseados por el matarife el Asad, al Sudán de los sanguinarios yanyauid y los cristianos enterrados vivos, a la Cuba libre de libertades y derechos de los ominosos Castro, a la Libia aquella del payaso Gadafi y sus Lockerbies que maldita la gracia, a todas estas naciones modelo, patrocinadoras, instigadoras y colaboradoras necesarias del terrorismo internacional, el de Hamas, el de Hizbulá, el de la Yihad islámica, el de Al Qaeda o el ETA, a esta colección de países hampones se une ahora por incontestables méritos la Rusia de Vladimir Putin.

El asesinato de las 300 personas que viajaban a bordo del avión malasio abatido sobre Ucrania por un misil ruso lanzado desde una batería rusa  por los separatistas prorrusos de la región del Dombás es una de esas vilezas que cada cierto tiempo obligan a las democracias occidentales, juntas o por separado, a retratarse. Una de esas atrocidades que por dignidad, convicciones morales y autoestima obligan a poner pie en pared y a enseñar los dientes al matón por poderoso que resulte. Y no vale intentar cubrir el expediente con “la más enérgica de las condenas” o con petición de investigaciones “que lleguen hasta el final”.

 Las condenas enérgicas se las pasa este Vlad I de Rusia por las cúpulas de San Basilio 

No, en el caso que nos ocupa ni lo uno ni lo otro van a valer de nada. Las condenas enérgicas se las pasa este Vlad I de Rusia por las cúpulas de San Basilio y con la conclusión de esas investigaciones se hará un MiG-29 de papel. A Putin hay que darle donde más le duele, que es en esa cartera suya a reventar de billetes. Por inconcebible que pueda parecer, al primero de los rusos se le calcula una fortuna personal entre los 30.000 y los 50.000 millones de euros. No es mala remuneración para el presidente de un país con el PIB de la India. Él dice que son “cotilleos infundados”, pero es un secreto ensordecedor la deriva cleptómana de un régimen apuntalado desde hace lustros por las mafias locales. Bruselas y Obama, que saben dónde y cómo esconde su tesoro pero que hasta el pasado día 17 no veían motivos suficientes para dejar de amagar y atizarle de una vez por todas, tienen ahora la obligación ineludible de bloquear sus cuentas fantasma, congelar sus activos secretos y mandarle el mensaje de que el mundo civilizado no traga con el derribo de aviones comerciales llenos de niños.

¿O sí tragamos?

Dani Hidalgo

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