El decálogo de medidas propuesto por el secretario general del PSOE y la visita de Merkel a España ha reavivado el estúpido debate sobre la necesidad o no de mantener las políticas de austeridad. Parece mentira que a estas alturas de la película aún estemos en esto, pero muchos se siguen empeñando en denostarlas y lo peor contraponerlas a las políticas de crecimiento. Y lo vuelven hacer ahora que precisamente en Francia ha cesado en bloque el gobierno por oponerse a las reformas y a la austeridad impuestas por el presidente de la república y el primer ministro. Los detractores se empeñan en que es precisamente la austeridad en las cuentas la que nos está haciendo ahondar en las desigualdades y en la crisis. La realidad con datos está demostrando lo contrario, incluso que hay que seguir perseverando en la reducción de los déficits y deudas tanto públicas como privadas.
Hace bien Rajoy en «mantenella» y no escuchar los cantos de sirena de que abandone
De hecho, hemos llegado hasta aquí con muchas dificultades ahorrando, a pesar de que para saldar numerosas cuentas pendientes haya habido que recurrir a la emisión de más deuda que, aunque mucho más barata, habrá que pagar. Creo que ha sido una elección acertada. Se trataba de que no se hundiera el sistema financiero y de que muchas empresas y autónomos pudieran cobrar sus deudas y no cerrar las empresas con la consiguiente pérdida de empleo. Cierto que aún así la dureza de la crisis se ha llevado por delante miles y miles de empresas y empleos, pero otros muchos miles se han salvado gracias al pago a proveedores y a las reformas.
Hay que constatar además que las políticas de ahorro, de no gastar más de lo que se tiene, ni siquiera han ido al límite. Por eso aún seguimos con déficit y con la necesidad de seguir ahondando en esa política elemental, de andar por casa, porque está dando resultados y no sólo a España. Muy al contrario de lo que a menudo se oye, la reducción de lo público y de los demasiadas veces descontrolados gastos es lo que nos ha sacado del pozo y separado del abismo. Lo han demostrado muchos países europeos del euro y no del euro. Claro que habrá que seguir ayudando a los más desfavorecidos, pero ni quitándoselo al resto de sus ingresos ni endeudándonos más, sino de los recortes de lo innecesario, inútil y gravoso. Hace bien Rajoy en «mantenella» y no escuchar los cantos de sirena de que abandone. Más bien al contrario, España necesita menos endeudamiento y más ahorro para salir antes y con más fuerza de esta larga y dura crisis.
Carmen Tomás