martes, noviembre 26, 2024
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Sangre helada

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Recuerdo como la madre de Joseba Pagazaurtundua, asesinado por ETA en Andoaín, se plantó un día en la entrada de un hotel donostiarra a esperar el paso cerca de ella del entonces Secretario General de los socialistas vascos, Patxi López.

Cuando se produjo ese encuentro, la madre de esa víctima del terrorismo le espetó al que llegó a ser Lehendakari socialista, «haréis y diréis cosas que nos helarán la sangre…», refiriéndose al miserable encuentro conjunto y público que mantuvieron en ese hotel delegaciones del Partido Socialista de Euskadi y dirigentes batasunos del brazo político de ETA.

Aquella famosa y lapidaria frase acuñada por aquella mujer, con toda la razón del mundo, me ha venido a la mente al ver como hace pocos días un etarra de nombre Iker Casanova, condenado por terrorismo, tomaba posesión como parlamentario vasco en la Cámara de Vitoria, en sustitución de la portavoz proetarra Mintegi que había abandonado el escaño.

La perversión de este hecho, de volver a ver a un condenado de ETA en el Parlamento no es nueva

Pensará mucha gente de este país que ya lo hemos visto todo, y que nada nos puede ya sorprender. Tal vez tengan razón. 

Pero a algunos todavía nos hiela la sangre, nos hierve la sangre, y nos supuran las cicatrices que nunca se nos han cerrado, cuando vemos a los asesinos de mis compañeros parlamentarios vascos, como Gregorio Ordoñez y Fernando Buesa, que en los escaños donde ellos se sentaron cuando estaban vivos, van a volver a poner sus posaderas los que les pegaban los tiros en sus cabezas y les colocaban bombas en los trayectos de sus paseos, a ellos y a cientos y cientos de otras víctimas inocentes de este país.

La perversión de este hecho, de volver a ver a un condenado de ETA en el Parlamento no es nueva, ni desgraciadamente me temo que acabará con este caso.

Durante décadas hemos visto como ETA se ha reído de las víctimas del terrorismo y de todos los ciudadanos demócratas de este país llevando en sus listas electorales a la bazofia terrorista de sus comandos.

Y como los asesinos etarras no tienen límites de maldad, en su miserable actitud llegaron a colocar a ese monstruo huido llamado Josu Ternera como el representante batasuno en la comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco. 

Viniendo de esta manera desde las filas de los verdugos a decirnos a todos… si queréis taza pues tomad taza y media.

Ante estas atrocidades políticas, siempre me he preguntado. ¿Cómo podemos los demócratas a dar legitimidad a un Parlamento, como el vasco, donde los verdugos están sentados en los escaños, hacen y votan leyes que nos afectan a millones de ciudadanos, y encima se jactan en dar lecciones «democráticas y de derechos humanos» a sus víctimas y a los demócratas en general?

Imaginémonos por un solo momento lo que ocurriría en la República Federal de Alemania si el partido de los nazis se sentaran en los escaños del Bundestag, o en el Congreso norteamericano de Washington estuviera en sus escaños los acólitos de los que atentaron y derribaron las Torres Gemelas de Nueva York.

Sería en ambos casos ciencia ficción, a nadie cabal y cuerdo se le pasaría por su mente en esos países un caso como este.

Lo que pasa en España ocurre porque es una democracia y porque hay gente que les vota a esos terroristas y a su mundo político

Habrá personas que digan que lo que pasa en España ocurre porque es una democracia y porque hay gente que les vota a esos terroristas y a su mundo político, y que la libertad de expresión está por encima de todas las leyes.

En Alemania lo tienen claro, el partido nazi está ilegalizado y no hay nadie que ponga en duda la democracia y la libertad de expresión en ese país.

En España, Batasuna estuvo ilegalizada y ya se encargaron algunos de crear un proceso para volver a meter a la zorra en el gallinero, e ir viendo como la propia mafia criminal de ETA recolocan a sus presos que han salido de las cárceles en las instituciones políticas de este país. Al tiempo… 

Y para muestra un botón, llamado Iker Casanova, en el actual Parlamento Vasco.

Carlos Iturgaiz

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