lunes, septiembre 23, 2024
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Otoño en La Vera

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Son las 07:00 y todo está oscuro, solamente las farolas y las panificadoras permanecen encendidas a esas horas. Miras al fondo y todo está cubierto con un manto negro, que ni si quiera la luna ilumina.

Miras el reloj, las 08:11. Aparece el sol por el horizonte en La Vera. El rojo llena de color el paisaje, quitándole el protagonismo al cielo, pero poco a poco el sol se va dejando llevar por las nubes y desaparece entre ellas. Podemos observar los colores que forman nuestros paisajes otoñales. Los verdes, ocres, amarillos, rojizos y marrones se entrelazan para formar un espectáculo de luces, sombras y colores.

Los bosques, la vegetación de ribera, adquieren todos los tonos cálidos propios de esta estación, formando un rico, mullido y colorista manto. El musgo en las rocas, los senderos cubiertos de hojas de mil colores, el sonido de los saltos de agua, el liquen en las cortezas de los árboles, acontecimientos que nos ofrece la naturaleza.

Entre los pinares entran pequeños rayos de sol que iluminan la multitud de helechos. Helechos que en épocas de lluvia, parece que cogen vida por el movimiento de sus finas ramas y sus hojas alargadas.

La humedad de nuestra tierra hace que los robles salgan robustos y fuertes, para aguantar nuestros fríos invernales y nuestro verano seco. Multitud de ellos visten nuestras gargantas, nuestros caminos, ofreciéndonos un halo de pureza y frescura. Las hojas caen lentamente en el camino, formando camas acolchadas de colores.

Mientras, entre pinos y robles, aparecen los castaños, con sus erizos medio abiertos. La cúpula de la castaña se abre para ofrecernos su fruto. Esa castaña que tan buena está en crudo, como en calbote.

Desnudo se nos presenta el alcornoque en las dehesas de Extremadura. Sin caparazón, al rojo vivo, para aprovechar su corteza y elaborar el corcho. Del alcornoque y las encinas, surge ese fruto que llena de vida las dehesas de la zona, las bellotas. Con boina y cabeza, este fruto alimenta los mejores jamones del mundo.

Quizás, el fruto que nos ofrece la naturaleza por estas fechas, es un fruto dulce, muy dulce, jugoso, suave en el paladar. El higo. Las higueras se llenan de color, como si de una gota colgada de la punta de la rama se tratase. El higo toma forma y le da sabor a nuestro otoño.

Tallos puntiagudos, difíciles de tocar sin pincharse, trepan por cualquier rincón y le dan al “triste” otoño otro color. “Llora que llora por los rincones” decía la canción dedicada a la zarzamora. Las moras y las frambuesas toman el testigo de los frutos rojos en esta época. El sabor dulce y amargo se funden en el paladar para terminar de dar con un guiño, la bienvenida a esta estación que llena de matices la Comarca de La Vera.

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