miércoles, octubre 2, 2024
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El protagonismo de la venganza

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Uno de los libros menos conocidos de Erick María Remarque se titula Arco del triunfo. Esta narración, que resume los años tenebrosos justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, es una de las más fascinantes que nos ha dejado el autor alemán. Con este libro cree uno que ocurre algo parecido a lo sucedido con otra excelente narración suya, La noche de Lisboa. Las dos obras se han eclipsado frente a ese tremendo resplandor literario que supuso desde su publicación en 1928 la narración más conocida de Remarque, Sin novedad en el frente.

Sin embargo esta obra en su momento fue todo un acontecimiento editorial. Se publicó primero en forma de folletín, simultáneamente en nada menos que 384 periódicos, casi todos en los Estados Unidos, siguiendo el modelo reciente de algunas de las obras más comerciales de Vicente Blasco Ibáñez. Luego, ya en forma de libro se vendieron, a una velocidad inusitada, más de dos millones de ejemplares. Hubo también una versión cinematográfica, con Ingrid Bergman y Charles Boyer y que como no podía ser de otra manera fue un éxito de taquilla.

La acción de Arco de triunfo se sitúa en aquel París de 1939, en vísperas del gran cataclismo anunciado que, como una maldición inevitable, flota omnipresente sobre el transcurrir de la narración. En este aspecto, por lo inevitable del destino, la narración tiene mucho de tragedia griega.

La obra de Remarque comienza con una escena muy conocida que se desarrolla en un puente de París. Una mujer se dispone a suicidarse. El protagonista impide su muerte. Es curioso comprobar como esta misma escena se repite luego en otras narraciones. Baste ahora recordar que así comienza también la novela Tren nocturno a Lisboa, que en su reciente adaptación al cine ha cosechado un éxito considerable.

En el libro de Remarque desempeñan un papel fundamental los numerosos refugiados de las tragedias europeas precedentes. No sólo los rusos que huyen de la represión estalinista sino también los españoles, primero del bando nacionalista y luego republicanos, que buscan refugio en París. El escenario de fondo de la historia se llena de hoteles que albergan a todos ellos sin hacer demasiadas preguntas, de restaurantes en los que se conspira sin cesar, y sobre todo de cabarets en los que olvidar el presente.

Junto al amor y al peligro constante de una deportación hacia lugares menos seguros, aparecen dos temas que a uno se le antojan igualmente decisivos para el desarrollo de la historia. El primero consiste en la inmoralidad de muchos frente a la desesperación de casi todos, de tal manera que la búsqueda de un beneficio cualquiera pesa más que los valores más elementales. Todos se aprovechan de todos, desde los gendarmes y políticos franceses hasta los en apariencia respetables médicos, pasando por un submundo de golfos de toda especie y nacionalidad.

El segundo tema, quizás el más importante a lo largo de la narración, es el afán de venganza. Se trata de un sentimiento compartido por todos los personajes de esta historia. Es la búsqueda obsesiva que se convierte en eje fundamental de todas las vidas. Lo único que realmente importa es vengar aquello que unos años antes ocurrió en Moscú, en Berlín o en una pequeña ciudad española.

Ignacio Vázquez Moliní

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