No busquen el drama ni un partido que se despliegue sinuoso y altere el pulso de los bares. Es el Athletic, en el Bernabéu, y viene para inmolarse. Los vascos tienden al realismo mágico, excepto en asuntos de dinero, y la Castellana es el reverso de las 7 calles donde el bilbaíno es feliz. Una pista de despegue llena de luces, donde aterrizan los héroes madridistas de empeine enjoyado, comprados con el dinero muerto que yace bajo la capital del estado. No hay nada que hacer, parecen decirse, y en eso se asemejan al resto de los provincianos que visitan la metrópoli. Ellos esperan a que el dragón vuele a sus tierras para aplicarles allí la ley del pueblo. A Chamartín no llevan ni intenciones ni fútbol. Ganas de resistir pequeñas, y un estilo hosco que es una caricatura de lo antiguo. La ejecución fue rápida. Después de una llegada de tanteo, Carvajal corrió espantado por su banda hasta que se tropezó con un rival. Esos balones atropellados del lateral derecho del Madrid, suelen dar frutos interesantes, porque a su vera anda Bale para el que las distancias no existen. Así que hay un balón sobre el césped sin dueño y Gareth le sacude con un punto de lascivia. Casi sin ganas. Una patada que va por dentro. Llueve el balón al área y se ralentiza en su caída hacia Cristiano, que oh, cielos, estaba al otro lado del telegrama.
Es gol. Demasiado veloz para buscar culpables. Indoloro. Sabremos en la repetición de la perfección del pase. Y Cristiano como un aparecido, por donde andaba el balón. A partir de ahí, todo el partido es cuesta abajo.
El Madrid es condescendiente con los rivales, no los asusta con una presión alta y los deja ir metiéndose en su guarida. No saben los incautos que cuanto más lejos esté el Real de la portería contraria, más cerca estará del gol. Esa es una de las leyes de la jungla que dirigen Cristiano, Pepe y Ramos. Falta Xabi, recordemos otra vez, para cuadrar el espíritu tenso de esta generación; pero la foto aérea permanece. El Athletic no llegó a cuajar jugada alguna de peligro -un remate lejano de Muniaín; puro azar bien sellado por Casillas-, e influyó su desazón y Kroos, que prosigue su lento aprendizaje dejando varios gestos limpísimos en el corte y confección, para el estudio del mediocentro que vendrá.
Cuando uno se imagina la media del Madrid, da la impresión de que sobra espacio entre los centrocampistas. James, Modric y Kroos, hace nada mediapuntas, parece que no llenan la parte ancha del campo. Aquel fulgor que irradiaba Redondo, o el campo magnético de Khedira no lo tienen. El mediapunta es uno sólo contra el gol. Y al que más se le nota es al colombiano. Sí, hay pasos francos entre los interiores/pivotes -a veces no está claro quién es quién-, pero James sabe sufrir y no se altera como Di María cuando la pelota amenaza. Superior en el quite al argentino, cuando recupera el balón unos metros por debajo de la línea que separa los dos campos, servirá una oportunidad de gol a los tres de adelante. Esa transición, que en los resúmenes del telediario parece una contra, es más pura y letal que en los últimos años. Nada menos trivial que James. Vamos descubriendo su fútbol y cómo afecta a las hechuras del equipo.
La locura de Di María ahora la pone Marcelo, más desatado, que tiene órdenes de subir sin mirar atrás. Anchelotti sabrá lo que hace, pero eso pone el ataque del Madrid en un punto de no retorno constante. Es como que el ataque del Madrid es irreversible, así como los espacios a la espalda de James y el brasileño son detectables desde el espacio. En un día como hoy, con un conjunto cohibido, ese riesgo es un placer. Otros, será un drama.
Bale estuvo atado a la banda derecha todo el partido. La recorrió fácil, sin forzar ninguna jugada, ni intentar lo imposible y, en cada intervención suya se paraba un poco el corazón del estadio. Es de la estirpe de Varane. Lo que en Cristiano es un muro de sonido, en el Galés es una danza extrema bailada en el silencio. En la segunda parte, hubo varios contraataques en los que los tres galgos salieron a un tiempo y fueron diseminándose por la pradera en absoluta sincronía. Karim de espaldas pivota sobre su eje y se la ofrece a Gareth que afila la zancada para la llegada de Cristiano. Tac!. Es el tercero, en una jugada que se repite con variaciones y permutaciones media docena de veces.
El partido era tan cristalino para el Madrid que las líneas estaban abiertas, relajadas, para quien quisiera usarlas. Y los vascos llegaron una vez a dónde Casillas, que se tiró in extremis, resbalando contra una pelota quizás imposible para otro portero, pero el hincha ya desconfía de los milagros y más si sólo sirven para rellenar tiempo en los resúmenes de las televisiones. Hubo un aplauso pequeño y gritos de Iker, Iker, tan gastados como las apelaciones al orden constitucional. El Real seguía hilando el juego, que no se sabe muy bien de dónde viene ni cuál es su patrón. Todo vale para llegar al gol. Lo antiguo, con Bale haciendo de Michel para el cabezazo ortodoxo de Cristiano. El barroco, cuando James deja la huella de sus tacones en el área. O como en la salida de Isco, torete furioso con su sino de suplente, genial y acaparador, que regó el campo con sus amagues del sur y una colección de regates de la que nadie dispone en Europa. La línea clara de Modric que alimenta las geometrías variables de la BBC. Un aire de vanguardia en los centrales y su maridaje con la lengua infantil, todavía inconclusa, de los centrocampistas. Pequeños retazos de fantasía aquí y allá, cuando se hace notar Isco y Marcelo o cuando Bale descubre algún túnel secreto con Benzemá.
A Karim lo cambian y se rasca la cabeza mirando al público, que de repente, lo aplaude. Este equipo, con su juego, que desde la partida de Xabi, son sus goles. Y parecen venir de ningún sitio y de todos a la vez.
R. MADRID, 5 – ATHLETIC, 0
Real Madrid: Casillas, Carvajal, Pepe, Sergio Ramos (Varane, m.46), Marcelo, Kroos (Illarramendi, m.74), Modric, James, Bale, Cristiano y Benzema. No utilizados: Navas, Chicharito, Arbeloa, Nacho.
Athletic: Iraizoz, De Marcos, Gurpegui, Laporte, Balenziaga, Iturraspe, Rico, Beñat (Ibai, m.46), Susaeta (Unai López, m.62), Muniain (Etxeita, m.74) y Guillermo. No utilizados: San José, Herrerín, Iraola, Viguera.
Goles: 1-0. M. 3. Cristiano Ronaldo. 2-0. m. 41. Benzema. 3-0. M. 55. Cristiano Ronaldo. 4-0. M. 69. Benzema. 5-0. M. 89. Cristiano Ronaldo.
Árbitro: Alejandro Hernández Hernández. Amonestó a De Marcos, Sergio Ramos yBalenciaga.
77.987 aficionados en el Bernabéu
Ángel del Riego