sábado, noviembre 23, 2024
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La palabra estrategia, muletilla* del político

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En la jerga de consultores y de políticos, la palabra estrategia vuelve una y otra vez. Es como un mantra que sirve para dar relumbre y esplendor a muchas banalidades. Más de 27 millones de entradas en Google. En la Harvard Business Review se contabilizan 1648 artículos sólo sobre estrategia. Cuando una palabra está tan difundida hay que desconfiar de su capacidad definitoria; es que sirve igual para un roto que para un descosido, sobre todo según quién la utiliza.

A menudo, para dar una apariencia de racionalidad a decisiones económicas o políticas, se encubre todo con la palabra estrategia. Tenemos estrategia turística, aunque no sea más que hacer publicidad y viajar a presentaciones y actos de relaciones públicas con dinero público, hay estrategia de imagen (la cacareada Marca España en plan autobombo, www.marcaespana.es, con millones de euros a disposición de unos cuantos consultores agraciados y algunos ubicuos expertos que no se pierden una, como Carlos Espinosa de los Monteros y Bernaldo de Quirós, Alto Comisionado de la Marca España, ni más ni menos), estrategia sanitaria (ah, ¿sí?), estrategia industrial, etc, para todo, aunque no tengan nada que ver con el origen del término.

La palabra strategos, de origen griego, era el nombre del jefe militar que dirigía las tropas y que debía pensar y calcular los pros y contras, las incertidumbres, en fin todos los factores que podían influir en la marcha de las operaciones. Eran elegidos anualmente y llegaron a tener más poder que los arcontes o magistrados atenienses. En ciertos casos, había un strategos superior, llamado autocrator. Es preocupante ese afán de los políticos por usar la palabra estrategia, pues en el fondo es un intento de controlar y planificar todo, una pulsión totalitaria, y no es casual que el super-strategos fuera el autocrator. Otras dos palabras de origen militar, slogan y standard, son profusamente usadas en el mundo de los negocios. A su utilización planetaria ayuda el que todo el mundo las entienda, pues  son casi idénticas en los diferentes idiomas.

El vocablo estrategia pasó al lenguaje de los negocios como metáfora. Había que buscar un concepto que contraponer a la noción de planificación, marxista-leninista, en el fondo haciendo lo mismo, es decir, dirigiendo la economía. Los políticos también, ansiosos de dar un barniz moderno a sus discursos, de imprimir un aire de racionalidad a sus maniobras, la han incorporado con gusto pero sin tino, a su narrativa (otra palabra de moda).

Pero es un contrasentido hablar de estrategias cuando son las fuerzas del mercado, factores externos, los que predominan más que la voluntad de los dirigentes políticos. Precisamente, la falta de cambios estructurales en la Unión Europea y en España demuestra que no existe ni asomo de estrategia. Como mucho, medidas tácticas. El status quo se mantiene.

Otro día podríamos hablar de otras muletillas, frases o palabras omnibus, como agentes sociales, ciudadanía, que se utilizan para cualquier cosa. Con este abuso de palabras que no significan lo que pretenden se cae en la charlatanería y hasta en la afasia pues conducen a un automatismo de las funciones del lenguaje.

* Muletilla: palabra o expresión que se intercalan innecesariamente en el lenguaje y constituyen una especie de apoyo en la expresión (Diccionario de María Moliner)

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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