El consejero de Presidencia de la Generalitat ha pedido perdón por la “fractura” del frente soberanista, como les gusta decir aunque se trata de un frente independentista en toda regla. Sorprende que pida perdón por esa supuesta fractura – dicen los que saben que hay mucho teatro en esa historia- cuando Francesc Homs y su jefeArtur Mas tienen motivos más que sobrados para pedir perdón por asuntos infinitamente más importantes.
Perdón por la fractura que han provocado en la sociedad catalana, perdón a los nacionalistas que no quieren saber nada de la independencia y que se sienten frustrados por haber apostado por quienes creían que representaban sus objetivos; perdón por llevar años sin resolver los asuntos del día a día, los que importan, porque estaban en los de la independencia; perdón porque han generado un sentimiento de rechazo hacia Cataluña bastante generalizado y que antes no existía en el resto de España, perdón por el bochorno que ha provocado en las filas de CiU un Artur Mas que ha perdido el norte y decide convocar extraoficialmente una consulta de opereta sin censo ni colegios electorales y que va a prolongar durante dos semanas para ver si así la gente se anima a votar…
Los catalanes, a los que siempre se ha considerado gente emprendedora, culta y con seny, palabra que representa lo mejor del talante personal, no tienen un presidente a la altura de las circunstancias.
No está la política como para tirar cohetes, bien es cierto, se mire donde se mire se encuentran motivos de desencanto. Las tarjetas de Cajamadrid escandalizan e indignan al mismo tiempo, y empieza ya el espectáculo de las acusaciones de unos contra otros. Queda mucho recorrido por hacer y da la impresión de que no todos tienen las mismas responsabilidades, pero serán los jueces los que determinen qué ocurrió exactamente y si se ha cometido delito, falta de ética o ignorancia, que de todo puede haber. Pero la gente de a pie se lleva, con razón, las manos a la cabeza y despotrica contra todo lo que tiene que ver con Cajamadrid, las cajas en general, los bancos, y los directivos de cualquier tipo de empresa que cuentan con tarjetas para sus gastos de representación. Que desde luego no se utilizan como se utilizaban por los hoy implicados en ese desagradable asunto, sino que deben justificar los gastos con las facturas correspondientes, como se ha hecho toda la vida del Señor.
La gente de a pie se lleva, con razón, las manos a la cabeza y despotrica contra todo lo que tiene que ver con Cajamadrid, las cajas en general
Este fin de semana se celebra el congreso de Podemos. Atentos. A Pablo Iglesias y Monedero les ha durado poco el estado de gracia, tienen a la mayoría de sus “círculos” soliviantados porque todas las decisiones se las guisan y se las comen los dos dirigentes del partido, formación, movimiento o como quiera llamarse.
La nueva ejecutiva estará formad por quienes ellos digan, Podemos no se presentará a las municipales porque ellos no consideran conveniente hacerlo -¿será por miedo a no controlar suficientemente el proceso?- y no aceptan proporcionalidad en la nueva ejecutiva en el caso de que se presente otra candidatura y logre un número significativo de votos. A lo mejor creen que eso es democracia interna. . No es por nada, pero deberían acercarse un rato por Ferraz para que les expliquen cómo se deben elegir a los candidatos, aunque también el PP podía hacerlo y así daría un alegrón a militantes a los que decepciona con frecuencia ver cómo se promocionan los más serviles en lugar de los que más valen.
Sin embargo ni de lejos el PP se parece a Podemos: el poder está más repartido y los dirigentes regionales tienen voz y voto, aunque su método de elección de candidatos es manifiestamente mejorable. No solo ocurre en el PP, en todos los partidos, incluso en el Psoe, hay “cocina” para colocar los nombres en las listas en función de las expectativas. Cuánto cambiarían los comportamientos políticos si se cambiara la ley electoral en algo tan sencillo como desbloquear las listas electorales…
Pilar Cernuda