El libro de los récords no me ha interesado nunca demasiado, porque se basa en exageraciones físicas, que resultan groseras y no tienen la ironía y la gracia de la hipérbole. Que un bocadillo mida 150 metros me parece una gran incomodidad, y una paella que proporcione 150 raciones me hace sospechar que el arroz no podrá estar en su punto. Sin embargo, en el libro comenzaron a aparecer especializaciones de otro tipo, como el récord del individuo que partía más nueces en tres minutos. Dentro de la zafiedad de lo grande y lo ampuloso, lo de partir nueces con las nalgas me pareció casi una sutileza.
Es por ello, por lo que me parece que Artur Mas puede tener la oportunidad, ya que no de celebrar oficialmente un referéndum, al menos de ingresar en el libro como el propulsor de una de las consultas más largas del mundo mundial: 15 días para el simulacro de votación. Sin embargo, hay que ser precavidos. Entra en la honorífica lista un individuo, que es capaz de escupir huesos de oliva a más de 12 metros, y, al año siguiente, resulta que hay un ciudadano en Nueva Zelanda, en Grecia o en Argelia, que escupe el hueso a doce metros y medio, con lo que sale del libro. Artur Mas no puede dejar nada al albur. Como no son muchas las posibilidades de poner en marcha una tontería semejante, debería asegurarse la permanencia. Quién sabe si a algún iluminado de Bosnia, de Córcega, de Milán, de Bruselas, de Escocia o de cualquier otro lugar no se le ocurre algo parecido, y pretende mojarle la oreja a Artur Mas. Quince días me parecen pocos. La consulta del 9 de noviembre podría alargarse hasta las vacaciones navideñas, y así podrían ir a votar los niños. Porque si no hay censo, no hay interventores, no hay apoderados, y ni siquiera se sabe a qué locales se puede acudir ¿por qué no van a participar los niños? Si los hemos llevado a las manifestaciones, casi parece lógico que les acompañemos al simulacro más grande del mundo, la madre de todos los simulacros.
El triunfo así estaría asegurado por muchos años. De la misma manera que el hábil cascador de nueces todavía no ha sido desbancado, Artur Mas podría permanecer en el libro para orgullo de Cataluña. Y, puesto que no parece que vaya a quedar en la Historia, al menos habrá logrado esta limosna de posteridad.
Luis del Val