Nunca llueve a gusto de todos, dice el refrán. Pero si lo que «llueve» son pesticidas, mucho menos. Y la «lluvia» de pesticidas que estos días ha caído sobre Baleares y otras zonas de España no es una excepción.
En Baleares el asunto ha sido especialmente polémico. Una cantidad estimada en unos 90.000 litros de una mezcla de aceite parafínico y de un temido insecticida llamado Dimilin, cuyo principio activo es el diflubenzuron, han estado cayendo con el objetivo de completar la friolera de unas 28.000 hectáreas de pinar en el archipiélago balear. Como 3 litros por cada hectárea. Los planes totales eran afectar a 24.059 hectáreas de Mallorca, 2.969 en Menorca, 1088, en Ibiza y 303 en Formentera. Buena parte de ésas hectáreas ya han sido fumigadas.
La decisión ha movilizado a muchos que temían acabar siendo «víctimas colaterales» de esta singular «guerra química» contra las orugas
Una «lluvia» química que ha caído en días despejados y que, desde luego, no ha sido a gusto de muchos. La oposición popular ha sido grande. Sin precedentes en estos temas. Pero a pesar de ello la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de Baleares, ha seguido adelante, fumigando más y más pinares. La excusa: acabar con la procesionaria del pino. Y para ello recurriendo al sistema más controvertido. Un sistema declarado ilegal, con carácter general, en la Unión Europea: el de la fumigación aérea con avionetas y helicópteros. Pero como siempre, amparándose en resquicios legislativos, en este caso, el de una supuesta «excepcionalidad».
La decisión ha movilizado a muchos que temían acabar siendo «víctimas colaterales» de esta singular «guerra química» contra las orugas. Así, por ejemplo, muchos apicultores de las islas que denunciaban que aunque se dijese que el producto no afecta a las abejas, se han opuesto porque alegaban que hay estudios que muestran que dosis bajas de diflubenzuron afectan a la vida de estos insectos (efectos sobre el rendimiento de la colonia, mortalidad de las larvas y huevos, etc). También el Consell Balear de la Producció Agrària Ecològica (CBPAE), en el que hay centenares de productores y elaboradores que gestionan más de 30.000 hectáreas de terreno, se opusieron ya que entendían que podían contaminarse sus cultivos. Aunque, teóricamente, ésas fumigaciones debieran haber evitado hacerse sobre los cultivos ecológicos, ha habido agricultores que se han quejado de que sus cultivos han sido rociados lo que podría hacer que no pudiesen vender sus productos. Una de las quejas de estas personas es que los mapas de las zonas a fumigar y que debían servir de referencia contenían errores. Y también se han quejaron con fuerza, las más diversas entidades sociales, políticas o preocupadas por la Naturaleza y la salud humana del archipiélago. Entre ellas, el Colegio de Biólogos de las Baleares o el GOB (Grupo Ornitológico Balear) entidad conservacionista muy seria que, entre otras cosas, ha denunciado el tema ante Europa.
Las autoridades ambientales de Baleares habrían contravenido las conclusiones de un informe que ellas mismas elaboraron y que desaconsejaba las fumigaciones
El motivo de la queja del GOB ante Bruselas es la posible vulneración de la Directiva europea sobre la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres, al afectar parcialmente estas fumigaciones a 23 espacios de la red Natura 2000, sin haber realizado el preceptivo estudio de las repercusiones de tal acción. Desde luego, diseminar venenos de forma aérea, en el entorno de estos espacios de alto valor ecológico, pudiendo contaminarlos, no parece algo demasiado compatible con lo mejor para su conservación. Además, como se argumenta en la denuncia, y para mayor gravedad del asunto, las autoridades ambientales de las Islas Baleares, habrían contravenido las conclusiones de un informe que ellas mismas elaboraron y que desaconsejaba las fumigaciones. En concreto, el Informe de Sostenibilidad Ambiental del Plan de Control Integral de la procesionaria del pino , hecho en 2008, y en el que tras analizar las diferentes opciones de actuación, y en relación a la posibilidad de utilizar Diflubenzuron, concluía que «dadas las características técnicas de esta materia activa, con efectos persistentes y sobre otras especies no diana, así como la experiencia de profesionales públicos y privados de todo el estado en el campo de los tratamientos con fitosanitarios a nivel forestal, para el control de la procesionaria del pino en las fases de oruga durante el otoño, no se recomienda esta alternativa a gran escala, …”, y en el mismo sentido indicaba que “…no es una alternativa con un impacto compatible y, por lo tanto, no es utilizable a gran escala”.
De hecho, como ya se ha dicho, la fumigación aérea es un sistema que, con carácter general, está prohibido en la Unión Europea. «La pulverización aérea de plaguicidas» -dice la Directiva 2009/128/CE- «puede causar efectos negativos significativos en la salud humana y el medio ambiente, sobre todo por la deriva de la pulverización»».
Es decir, la fumigación aérea favorece algo tan indeseable como que los pesticidas sean llevados por el viento, afectando mucho más allá de las zonas más directamente tratadas. Por ello solo puede autorizarse excepcionalmente cuando concurren una serie de circunstancias. Básicamente que hubiese una plaga descontrolada con unos efectos devastadores y que, además, no exista “ninguna alternativa viable”. Y ambas cosas son discutibles en este caso. Llamando la atención, como señala el GOB, que en la autorización por parte del Ministerio de Medio Ambiente «no se referencie ningún documento en el que se valore la existencia de alternativas viables» cuando existe tanta documentación oficial que habla de ésas alternativas, entre ellas la propuesta como óptima en el propio informe de la Consejería balear de 2008 y que era el uso de preparados de Bacillus thuringiensis kurstaki (BTK), que han mostrado gran eficacia para este tipo de tratamientos y sin tener las contraindicaciones del uso de un pesticida químico.
«El plaguicida difundido desde las aeronaves, ha terminado en muchos casos encima de huertos, jardines, casas e incluso personas»
La norma nacional española sobre el asunto, que traspone la europea, dice lo mismo. Así, el Real Decreto 1311/2012, de 14 de septiembre, sobre el uso sostenible de los pesticidas dice en su artículo 27 que las fumigaciones aéreas están prohibidas «salvo en determinados casos y bajo ciertas condiciones» entre las que figuran “que no se disponga de una alternativa técnica y económicamente viable, o que las existentes presenten desventajas en términos de impacto en la salud humana o el medio ambiente.”
Por alguna razón, este año tal Consejería se obstinó en destinar una cantidad que podría rondar el millón setecientos mil euros, nada menos, según se ha hecho público, a una serie de empresas para que se dedicasen a realizar pasadas vertiendo veneno por aquí y por allá, en infinidad de puntos del archipiélago. Es de suponer que los directivos de estas empresas estarán muy contentos, sin duda, con esta decisión oficial. Ha «llovido» a su gusto, desde luego. Ha «llovido» dinero. Y mucho, para algo tan sencillo como cargar unos depósitos de veneno y dedicarse a soltarlo en una serie de sitios.
Sin embargo, ahí abajo, donde lo que ha llovido es el Dimilin, no hay el mismo contento. Una parte importante del paisaje balear, tiene unas peculiaridades que lo hacen especialmente contraindicado para las fumigaciones aéreas al existir amplias zonas donde se da un mosaico en el que se mezclan masas forestales con viviendas, cultivos, jardines… Como denuncia el Grupo Ornitológico Balear (GOB), «el plaguicida difundido desde las aeronaves, ha terminado en muchos casos encima de huertos, jardines, casas e incluso personas».
Tal y como ha ido recogiendo la prensa balear a lo largo de los días en que se han ido dando las fumigaciones, han menudeado las quejas de personas, algunas de las cuales han acudido a centros sanitarios, con diferentes males. Desde picor de ojos y dolores de cabeza hasta cosas mucho peores, después de las fumigaciones. Un ejemplo, referido por el movimiento ciudadano Epic de Ibiza, son las quejas por problemas respiratorios por parte de varias personas en una zona de esa isla, entre ellas un médico que acudió a urgencias con embotamiento, irritación ocular y bronco-constricción. Como agravante, se denuncia que no se esté informando a la población de donde y cuando se va a fumigar a fin de que, por ejemplo, personas que pudieran ser más sensibles, como algunas con ciertos problemas respiratorios, pudieran adoptar medidas para protegerse. Preocupan, en especial, los niños, y parecen haberse dado situaciones muy preocupantes. Un director de un colegio de Bunyola, por ejemplo, denunció que le habían rociado su centro escolar, con el resultado de que habría habido «niños de infantil con vómitos durante la noche y su ausencia a las clases».
Investigaciones de la Universidad de Granada muestran lo dudoso que es que el uso de insecticidas sea realmente una práctica eficiente contra la procesionaria del pino
De ésa gran cantidad de veneno vertida desde el aire, solo una parte mínima habrá llegado a las orugas en sí mismas, el resto, se ha depositado en todo lo demás: árboles, matorrales, suelos… y, llevado por el aire, a mayor o menor distancia… generando riesgos para otras especies no objetivo. Y, como se denuncia, el diflubenzuron puede ser bastante persistente en los suelos y hojas. Además, una parte de él, puede degradarse en sustancias nada recomendables como la 4-chloroaniline (PCA, que, según se denuncia ha sido clasificada por la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos como un probable carcinógeno para los humanos.
Aunque a los vendedores de pesticidas sintéticos y a quienes negocian con su uso, como los que cobran por fumigar con ellos, probablemente no les interese demasiado tenerlo en cuenta, lo cierto es que en la Naturaleza, y desde hace millones de años, hay mecanismos de control biológico que actúan cuando las poblaciones de alguna especie tienden a desmadrarse. Y a veces no solo por parte de especies enemigas que las devoran, sino por mecanismos de las propias especies consideradas como «plaga»
Investigaciones de la Universidad de Granada realizadas por científicos como Luis Cayuela, José Antonio Hódar y Regino Zamora muestran, bien claramente, lo dudoso que es que el uso de insecticidas sea realmente una práctica eficiente contra la procesionaria del pino. En uno de sus estudios, publicado en 2011 en la revista Forest Ecology and Management explicaban como «muchas plagas muestran brotes periódicos, después de los cuales caen las poblaciones como resultado del control biológico natural». Estos científicos vieron de qué manera evolucionaban ésas plagas si se había recurrido o no al uso de los pesticidas y si «la caída de la plaga después de un brote era resultado de las prácticas de uso de pesticidas o una consecuencia natural de los ciclos de población del insecto». Lo que vieron es que el bosque se recuperaba igual de los ataques de la procesionaria aunque no se fumigase. Como consecuencia, decían en sus conclusiones, la fumigación con insecticidas de una plaga activa de procesionaria no sirve para prevenir los brotes de estos insectos.
Tal y como señalan estos y otros investigadores, hay otras cosas que sí que pueden ayudar a prevenir los brotes de procesionaria, tales como promover que no haya masas de una sola especie de árbol, fomentar que las masas sean heterogéneas, y «reforzar los insectos parasitoides y las aves que depredan sobre la procesionaria». Factores que, lamentablemente, como ya se ha dicho, al menos algunos de ellos, pueden verse afectados negativamente por las fumigaciones con insecticidas.
Como siempre suele pasar en estas cosas, los que lo usan o lo autorizan dicen que el producto no causa efectos negativos. Vamos, que poco menos que son productos cuasi-milagrosos que son prácticamente «inocuos» para todo menos para la procesionaria. Sin embargo, a poco que uno busque información, encuentra que el diflubenzuron tiene una toxicidad no selectiva para los insectos. Vamos, que puede dañar también a insectos beneficiosos que, precisamente, mantienen a raya a estos insectos. Por ejemplo, algunas hormigas, cigarras y avispas, que dan buena cuenta de ellos. Porque estas orugas de procesionaria, tan molestas, tienen muchos enemigos naturales. Por ejemplo, una serie de aves que como los herrerillos, carboneros, abubillas, crialos, urracas, cuervos… se dedican a dar caña a las orugas. También los murciélagos son enemigos naturales, atacando a los adultos (mariposas) en vuelo. Es decir, que los bosques están llenos ya de insecticidas naturales que vuelan y se posan sin las contraindicaciones del «vuelo» de los insecticidas químicos sintéticos. Insecticidas naturales a los que puede perjudicar el insecticida químico, favoreciendo, a la larga, a la procesionaria.
Baleares no es el único sitio donde apelando a una supuesta «excepcionalidad» , el Ministerio ha autorizado a que se fumigue con diflubenzurón sobre los pinares
El diflubenzuron, actúa inhibiendo la producción de la quitina, con la que se construye resistente exoesqueleto de los artrópodos (arácnidos, crustáceos e insectos) y entre otras cosas, también algunas partes de los. Por ello, cuando se deposita sobre la vegetación y el suelo, puede causar efectos sobre una muchos más seres aparte de sobre las orugas. Por ejemplo, se ha visto que el diflubenzuron es altamente tóxico para los invertebrados acuáticos y los crustáceos a los que a veces puede afectar a bajas concentraciones. Por si lo citado no fuese bastante, algún estudio lo asocia también a posibles efectos de disrupción endocrina.
Existen alternativas perfectamente viables a las fumigaciones con insecticidas. Y son muy conocidas. Van desde usar Bacilus Thuringiensis, hasta la captura con trampas de feromonas, pasando por la retirada manual de bolsas de procesionaria en árboles jóvenes, entre otros ya citados. Pese a ello, se optó por lo que se optó.
El Grupo Ornitológico Balear, solicitó al Ministerio de Medio Ambiente que revocase la autorización excepcional que otorgó al Gobierno de las islas para realizar estas fumigaciones. Pero nada. ¿Por qué si un informe del propio Gobierno balear del año 2008 desaconsejaba la fumigación, diciendo que había otros sistemas más eficaces y menos dañinos se optó este año por sacar los helicópteros y las avionetas? ¿Por qué pese a tanta oposición popular se siguió adelante con ello?
Toni Muñoz, responsable del área de conservación del GOB reconoce que «este año se ha perdido la batalla para evitar las fumigaciones, pero la movilización social que se ha producido, que ha sido enorme, probablemente haga que en el futuro sea mucho más difícil que se repita».
Pero, la historia de las fumigaciones aéreas sobre los pinares, en realidad, es mucho más amplia, ya que Baleares no es el único sitio donde apelando a una supuesta «excepcionalidad» el Ministerio ha autorizado a que se fumigue con diflubenzurón sobre los pinares. Este año, el Ministerio ha autorizado el uso aéreo del diflubenzurón, en cascada, en una serie de comunidades autónomas como Madrid, Andalucía, Extremadura y País Vasco.
Ejemplo de ello es lo que ha sucedido en la Sierra Oeste de Madrid, ante la oposición de vecinos, ecologistas y científicos. La Subdirección General de Conservación del Medio Natural de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid habría autorizado fumigar aéreamente unas 1421 hectáreas de pinares en municipios como Navas del Rey, Pelayos o, sobre todo, San Martín de Valdeiglesias que sería el término que se llevaría la parte del león. Las avionetas ya han estado descargando su veneno en buena parte de las zonas seleccionadas.
Especial preocupación ha existido sobre los efectos de áreas de gran valor natural como la Zona de Especial Conservación de las Cuencas y Encinares de los Ríos Alberche y Cofio.
Los detractores de la fumigación en Madrid temían por los efectos del diflubenzuron «un inhibidor de la quitina, que forma parte del esqueleto externo de numerosos invertebrados (insectos, arácnidos, crustáceos y miriápodos) y de la pared celular de los hongos, incluidos los comestibles. Por tanto se trata de un insecticida no selectivo porque puede afectar a cualquier organismo vivo que sintetice quitina. El insecticida, al impedir la formación de quitina, induce la muerte del organismo».
En los pinares fumigados «no existe justificación para llevar a cabo una medida tan agresiva como la planteada»
Además, afirman que en los pinares fumigados «no se han detectado plagas de procesionaria en la última década y actualmente no existe justificación para llevar a cabo una medida tan agresiva como la planteada». Mª Ángeles Nieto, de Ecologistas en Acción, manifiesta que «cuando nos reunimos con los responsables del tema en la Comunidad de Madrid no supieron darnos ninguna explicación medianamente seria de por qué era necesario fumigar»
En Andalucía se ha autorizado fumigar con el diflubenzurón en zonas como Sanlúcar, Berja, Jimena de la Frontera, Cerdeña, Villaviciosa, Galera, Almonte, Aldeaquemada, Benalmadena, Casarabonela y Aznalcazar.
La Junta de Extremadura, por su parte, sacó a licitación pública, por unos 152.000 euros la fumigación de 3.035 hectáreas de pinares en términos municipales como Oliva de Mérida, Zalamea de la Serena, Don Benito, Pedroso de Acim, Cañaveral, Valencia de Alcántara y Alía.
En el País Vasco, se solicitó autorización para fumigar en los municipios alaveses de Artziniega, Amurrio, Llodio y Okondo y de los Concejos de Murga,Respaldiza, Llanteno, Labraza y Barriobusto. Así como en los vizcainos de Artea, Arrigorriaga, Encartaciones, Orozko, Berriz—Durango, Markina, Mungia y Urdaibai.
Lo que plantean hechos como estos, que no solo han sucedido este año, aunque este año si acaso se haya generado algo más de revuelo, es si realmente se está cumpliendo el espíritu de las leyes que, por una serie de razones muy serias, prohibieron las fumigaciones aéreas en Europa. Y si se está usando el recurso a las «excepciones» como coladero para autorizar cualquier cosa, de cualquier manera y sin justificación real.
Carlos de Prada