Esperanza Aguirre nunca sospechó que Francisco Granados, Paco para el siglo, pudiera estar envuelto en casos de corrupción. Es probable. Que fuera con ella consecutivamente consejero de Transportes, de Interior, Justicia y Presidencia, a más de secretario General del PP en Madrid, desde 2003 hasta 2011, no implica que alguien tenga que saber que es un corrupto. El talento para la comunicación política de Esperanza Aguirre ha acertado una vez más al dictarle que debía poner cara de estupefacta y pedir unas sinceras y “avergonzadas” disculpas, con cara de “yo pasaba por allí”.
Cara de estupefacta y pedir unas sinceras y “avergonzadas” disculpas, con cara de “yo pasaba por allí”
Tampoco levantó las sospechas de Esperanza Aguirre que alguien prendiera fuego al coche de la esposa de Granados, y que resultara que el mini estaba a nombre de un constructor, hoy también detenido, Ramiro Cid Sicluna. Pasa todos los días. Es como cuando a Juan Guerra se le ocurrió regalarle un caballo al hijo de Alfonso, vicepresidente del Gobierno, y a éste le pareció de lo más normal. Muchos en el PP se preguntaban cómo podía usar la mujer de Granados un coche de un constructor con intereses en su propia ciudad. “Pero cuando preguntabas te decían que no se podía ni mencionar, que Paco estaba muy afectado, la mujer con un gran disgusto, y de eso no se debía hablar”, explica una fuente del interior del PP madrileño. De sospechas, ni hablar.
Nada debió sospechar Esperanza Aguirre, un lince a la hora de detectar la sensibilidad de la prensa, cuando David Merino, directivo de DICO, denunció en 2009 ante la Fiscalía y en la revista interviú un escalofriante trasiego de bolsas de deporte cargadas de billetes a las manos de Paco. Pasa todos los días, que un medio publique semejante denuncia y todo siga igual. No hay por qué sospechar, quizás pensó que Javier Chicote –autor de la exclusiva– y Alberto Pozas –el valiente director que la publicó– estaban movidos por un extraño odio a Paco. Pasa casi todos los días.
David Merino, directivo de DICO, denunció en 2009 ante la Fiscalía y en la revista interviú un escalofriante trasiego de bolsas de deporte cargadas de billetes a las manos de Paco
Paco y los espías. Una de sus asesoras, amiga íntima además, va y resulta señalada por ser la persona que contrata a Método 3 –menudo proveedor, ejemplar– para espiar al rival político del mismo partido. Victoria Cristóbal, que es como se llama, es concejala y también íntima de Narciso de Foxá, uno de los mejores amigos y aliados de Esperanza Aguirre. Pero tampoco era cosa de sospechar cuando se supo todo esto.
Este diario, en su modestia, ha estado publicando hace unos meses todo un serial sobre Francisco Granados, su amigo David Marjaliza y todo ese entramado que el periodista José Luis Cervero (Jesús Mendoza para el siglo), autor de la mayor parte de las investigaciones, ha llamado “Los hombres de Paco”. Allí estaban casi todos los que han acabado cayendo en la “Operación Púnica”. El actual alcalde de Valdemoro, su cuñada Ana Ramírez, el alcalde de Torrejón de Velasco, y unos cuantos más. Pero Esperanza, ese lince de los medios, no sospechó nada.
Hay muchos en su partido, sin embargo, que sí sospechaban. “Ves pasarte a unos, que no sabes muy bien qué méritos han hecho, pero escalan y consigue cargos. Y tú te quedas con cara de idiota”, aseguraba un alto cargo del PP estos días en privado. “Ahora sabemos por qué. Porque eran fáciles a firmar lo que sea”. Otros cuentan que ven síntomas de prosperidad poco explicables con un sueldo público: “Aparecen algunos con unas chaquetas espectaculares, o unos zapatos ingleses carísimos. Preguntas, te dicen que es que han estado de compras. Que no es para tanto. Y no te lo explicas”. Esperanza, que trabajó íntimamente con Alberto López Viejo (Gürtel), o con Granados, su Paco, dos tíos especialmente bien pintones y figurines, no sospechó nada.
Dicen que tampoco Ana Mato sospechó nada cuando vio un Jaguar aparcado en su garaje. También es verdad que la ministra de Sanidad es poco curiosa, porque ni siquiera se ha acercado aún al hospital Carlos III, donde se lucha contra el ébola.
Onzas de oro en su faltriquera, compra fincas en Toledo, tiene acciones de Libertad Digital –el medio del que se compró acciones con la presunta caja B del PP–
Debe ser cosa de curiosidad, cualidad que los periodistas tenemos en calidad de malsana, porque otro gran amigo de Esperanza, alcalde de Leganés, dicen que su mejor gabinetero y con quien cuenta en un hipotético asalto a la alcaldía de Madrid, es de los que no mueven a sospecha alguna. Onzas de oro en su faltriquera, compra fincas en Toledo, tiene acciones de Libertad Digital –el medio del que se compró acciones con la presunta caja B del PP–, acusaciones veladas de una cuenta en Suiza… Seguramente Esperanza Aguirre, la aguileña escrutadora de la opinión pública, no vea motivo alguno de sospecha.
Esperanza Aguirre se ha convertido en una experta en diques. López Viejo pasaba por allí de casualidad, no era su estrecho colaborador. Granados, “uy, qué vergüenza”. Sí es cierto que los primeros indicios de la investigación apuntan al feudo de Valdemoro, no a su labor en las consejerías que dirigió durante 7 años. Granados fue quien pilotó una ambiciosa expansión del metro de Madrid y el primer urdidor de la Ciudad de la Justicia, un proyecto gafado hasta el momento que se quiere enderezar metiendo cordura.
En su vis electoral y popular a Esperanza Aguirre le gusta jugar el papel de castiza. Lo que parece más difícil es que pueda hacerse “la casta” en este asunto. Avisada estaba.
Joaquín Vidal