En medio de la que está cayendo, el director de la Oficina Económica del Gobierno, Álvaro Nadal ha transmitido esta semana un mensaje claro y rotundo: «por primera vez, España juega mejor 'el juego de los alemanes' que la propia Alemania». Casi dijo -su comparecencia fue un clase magistral de economía, iba a decir para analfabetos, pero me moderaré y diré que sólo para gente poco informada-, que no nos merecemos la España que tenemos porque ha mejorado la competitividad reduciendo costes y precios, la deuda externa no es tan importante, la prima de riesgo está bajo mínimos, la reforma laboral ha abierto un panorama muy esperanzador y ya se han creado 500.000 empleos en seis meses, las exportaciones van mejor, somos la nación que más está bajando el déficit público, hay más crédito y más barato, la recaudación pública es buena y el gasto público, uno de los más bajos de Europa.
Este panorama idílico no se quiebra por nada, ni siquiera por la corrupción. Según Nadal, porque ésta es un problema más «cualitativo» que «cuantitativo» y, a pesar de la desmoralización social, «no se pagan los servicios públicos de millones de españoles con el dinero defraudado». Ni esa leve incursión superficial en uno de los más graves asuntos de la historia de la democracia española, impidió que Nadal dijera, sobrado, que «ningún país en el mundo está haciendo hoy lo que está haciendo España». Supongo que para bien, pero también para mal.
Pocas horas después, Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, lanzaba un mensaje radicalmente diferente. Defendió el modelo democrático, apoyó al Gobierno frente a los nacionalistas catalanes –«unidad y cohesión, pero diálogo para encontrar una solución»– y puso la corrupción en el lugar que está hoy: cerca de conducir a la quiebra al propio sistema. Susana Díaz en un lenguaje cercano, directo, firme, exigió pasar de las palabras a los hechos y pidió tres cosas a los políticos: responsabilidad, altura de miras y liderazgo para sacar de la crisis a un país enfermo, pasto de la querella territorial y desmoralizado por la corrupción.
¿Qué se puede hacer? La presidenta de la Junta de Andalucía -cuyo borrón, importante, fue no mencionar siquiera los escándalos de los ERE- ha puesto en marcha la publicación en la web de la comunidad de las actas de los «consejillos» de Gobierno previos a los Consejos decisorios y en el primer trimestre de 2015 publicará todos los contratos que firme la Administración pública andaluza. Susana Díaz dice que España tiene arreglo, pero que no hay que pedir confianza a los ciudadanos, hay que cambiar el paso, acabar con la doble moral, tratar igual a los corruptos «propios» como a los del partido contrario y achicarles el terreno abriendo las puertas y las ventanas de las Administraciones públicas. Creo que prefiero un país limpio, transparente y sin tantas desigualdades a que nos envidien los alemanes.
Francisco Muro de Iscar