miércoles, noviembre 27, 2024
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Susana & Sánchez

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En los desayunos de Europa Press la presidenta de la Junta de Andalucía y líder del PSOE andaluz, Susana Díaz, nos comunicó su intención de presentar su propio plan de lucha contra el desempleo ante el Gobierno de la Nación y las autoridades de la UE. Choca comprobar que no se remita a los planes de su partido a escala nacional. De su boca salió la siguiente expresión: «Voy a tomar la iniciativa». Aunque puede ser una impresión errónea, la presidenta volvió a flotar la idea de una mirada puesta en la cota más alta de la política nacional. Legítima aspiración, claro. Y si lo señalo es sólo por levantar acta de que la secretaria general de la más grande organización territorial del PSOE quiere marcar distancias con Pedro Sánchez.

Eso no significa desacato, insubordinación o descuelgue de la línea política marcada por la dirección federal. Simplemente, marcar territorio, en todo su sentido geopolítico. Por tanto, nunca mejor dicho. Sin olvidar las reglas básicas de la lealtad a unas siglas y a una dirección legítimamente constituida. A saber: «Le tengo cariño y lo voy a apoyar porque es mi secretario general y deseo que acierte». Y más adelante: «Pero eso no implica que comparta todas sus decisiones». Son sus frases textuales. Esas y otras, entre cuya espesura verbal nos pudimos abrir paso para llegar a algunas conclusiones.

Por ejemplo: a Susana Díaz no le gusta la forma de comunicación que se está llevando a cabo desde Ferraz. Ni que Sánchez ejerza su liderazgo mirando a las encuestas. Algo más de fondo: cuando a la presidenta andaluza se le pidió elegir entre Mariano Rajoy y Pablo Iglesias para presidir un futuro Gobierno, a la cabeza le vinieron unas siglas, no un nombre. Respondió automáticamente que su mejor opción es la del PSOE, pero no mencionó el nombre de «Pedro Sánchez», aunque la formulación de la pregunta había sido con nombres, no con siglas.

Por lo demás, Susana Díaz estuvo políticamente correcta. Hizo una encendida defensa del régimen democrático de 1978, de la Constitución «que nos cobija a todos», del sistema de partidos como instrumentos de participación y pluralismo, la obra de Suárez, el espíritu de la transición, etc. Respecto al desafío del nacionalismo catalán, de acuerdo con la doctrina Rajoy sobre el cumplimiento de la ley, aunque le pide que lidere una salida política al conflicto.

Y en cuanto a los malolientes asuntos de la inmoralidad en la vida pública, nada que no pudiera firmar el presidente del Gobierno, incluido el elogio al funcionamiento del Estado de Derecho, aunque no tanto en lo tocante al pacto contra la corrupción que ahora propone el PP. «Yo lo propuse hace un año y Rajoy no me hizo ni caso. Ahora ya no bastan los pactos ni las peticiones de perdón, porque la paciencia de los ciudadanos se ha agotado. Ahora solo valen los hechos y en las respuestas ejemplares y contundentes», dijo.

Antonio Casado

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