Sin duda alguna es de sabios rectificar. Esto viene a cuenta de una noticia del pasado martes, 28 de octubre, según la cual la verdadera lideresa del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, tras la que normalmente se esconde Mariano Rajoy, estaría negociando, discretamente, con Josep Antoni Durán i Lleida (UDC/CiU) y Miquel Iceta (PSC) unas reformas de la Constitución. Según esta noticia Rajoy estaría dispuesto a reconocer a Cataluña como “nación”, otorgándole más competencias y “blindando” ámbitos como la financiación, la lengua y la cultura.
Más vale tarde que nunca pensaran algunos, quizás, pero es difícil no llevarse las manos a la cabeza observando a nuestro gran Mariano. ¿No estaba él ya al mando del Partido Popular, en la oposición, cuando el Estatuto de Cataluña, tras ser aprobado en el Parlament catalán, pasó por las Cortes en 2006 donde le recortaron alas antes de aprobarlo? ¿No seguía Rajoy al mando de su partido cuando recurrió, después, la constitucionalidad del Estatuto ante el Tribunal Constitucional (que lo recortó aún más) a pesar de haber sido ya aprobado por Referéndum en Cataluña tras pasar por las Cortes? ¿No se opuso entonces a considerar a Cataluña como “nación”? Todas estas actuaciones fueron para las tripas catalanistas atentados de lesa majestad que acentuaron y expandieron el desamor a España que estamos presenciando. Y ahora, ¡zas!, Rajoy se volvería atrás. ¡Ocho años después! ¡Todo lo que nos podíamos haber ahorrado! Todo muy raro, y tras puertas cerradas….
Ya se puede dar prisa Rajoy para realizar sus volteretas circenses a partir del 10N
Rajoy tuvo el gatillo fácil para desbaratar la política catalana de José Luis Rodríguez Zapatero y ahora resulta que podría avenirse a conceder demandas que él mismo se encargó de enterrar. Por eso surgen comentarios y preguntas evidentes. Primero la falta de transparencia del gobierno en este caso. Será para bien, dirán unos cuantos confiados, pero a estas alturas de la película se sabe que por la falta de transparencia estemos donde estamos, además de la estupidez. Asimismo, si habría que modificar otra vez más el Estatuto catalán, además de la Constitución, para darle más competencias, ¿es ello factible sin que otras autonomías se retuerzan nerviosa y legítimamente en sus sillones? ¿Pretenderán imponer un «arreglo» que nadie pueda copiar?
Descartada por ahora por Rajoy, y algunos más, una solución federal, ¿cómo quedaría el esquema competencial autonómico? ¿El Senado seguiría siendo la actual Cámara inútil de segunda lectura en lugar de una verdadera Cámara de las Autonomías al no ser un Senado Federal? ¿Se puede seguir haciendo federalismo, o casi, en la práctica sin reconocerlo abiertamente? Además de introducir la igualdad de género en la sucesión de la Corona, ¿qué otras cosas se reformarían en nuestra Carta Magna? ¿Se puede seguir operando con esta opacidad? ¿Qué pasó con las 23 propuestas de Mas a Rajoy de este verano?
La gran mayoría de los españoles se alegrarían de que se pudiese llegar a un acuerdo que mantenga a Cataluña en el seno de España de un modo aceptable para todos, pero requieren honestidad política y coherencia. ¿De verdad, si es cierta la noticia, hizo falta todo lo que hemos visto, oído y palpado estos años y llegar a la inminencia del “9N alternativo” para que Rajoy se diera cuenta de algunas cosas? ¿Pensará que Más no lo capitalizará? ¿Que dejará sólo a Durán i Lleida y a Iceta la gloria de una rectificación castellana? ¿Qué tirará sin más por la borda todo el “show” que lleva años representando?
¿Está Rajoy en condiciones de liderar un giro tan profundo con su partido resquebrajado por los jueces?
Ya se puede dar prisa Rajoy para realizar sus volteretas circenses a partir del 10 de noviembre (con o sin 9N alternativo) en busca de cambios constitucionales y de un modo transparente y democrático. No hay otra forma. Si se reforman ciertas partes de la Constitución el excesivamente complejo mecanismo de reforma, que convendría aligerar, exige que las modificaciones sean votadas favorablemente por este parlamento y luego por el elegido tras las próximas elecciones, parlamento que en nada se parecerá al actual, además del oportuno y posterior referéndum en toda España, Cataluña incluida. ¿Está Rajoy en condiciones de liderar un giro tan profundo con su partido resquebrajado por los jueces? Muy mal debe de sentirse para, ahora, apoyar a Esperanza Aguirre aunque señalando que ella comete errores, como él mismo. ¡La magnanimidad por delante! Algunos ya piden la dimisión de Rajoy y otros incluso elecciones adelantadas por considerar que en las circunstancias actuales el PP ha perdido la legitimidad política de su mayoría absoluta.
Se desea que acierten por el bien de España pero, asimismo, que los políticos nefastos se retiren pronto, lo más pronto posible. Claro que la noticia comentada también puede ser un globo sonda o un torpedo para alguna línea de flotación, lo que no es óbice para que los nefastos sigan saliendo rápidamente del escenario.
Carlos Miranda