La multitudinaria manifestación de este pasado domingo en París -se habla de un millón y medio de asistentes- que contó con la presencia de cincuenta Jefes de Estado o primeros ministros de todo el mundo, ha proyectado una imagen de unidad frente a la amenaza terrorista que siempre es mejor que su contrario, pero en ningún caso suficiente para luchar contra esa lacra que pretende acabar con nuestro sistema de convivencia.
Habrá que reconocer que el Presidente de la República Francesa, François Hollande, ha manejado bastante bien la crisis y la conmoción que se generó en su país a raíz de que el pasado miércoles dos terroristas asesinaran a doce personas en la redacción de la revista Charlie Hebdo y de los hechos que se sucedieron en los dos días siguientes, con la muerte de cuatro personas más en un supermercado frecuentado por población judía y el abatimiento por parte de la policía de los tres terroristas causantes de las citadas muertes. La imagen de Hollande reuniéndose en el Eliseo con su predecesor Nicolás Sarkozy y con el resto de líderes políticos franceses, Marine Le Pen incluida, aunque excluida de la manifestación del domingo, fue algo inteligente y que quiso transmitir a la opinión pública francesa esa imagen de unidad tan necesaria en momentos de gran conmoción causada por un atentado terrorista.
Inevitablemente a algunos nos vino a la memoria lo sucedido en nuestro país aquellos fatídicos días del 11, 12 y 13 de marzo de 2004 tras el brutal atentado en los trenes de cercanías de Madrid en el que murieron 192 personas y cerca de 2.000 resultaron heridas. No se trata de volver casi once años después a repartir responsabilidades de lo que, desde el punto de vista político e institucional, sucedió en aquellos días, pero está claro que tanto la actuación del entonces Presidente del Gobierno, José María Aznar, como del principal partido de la oposición, el PSOE con sus líder José Luis Rodríguez Zapatero ayudado por Rubalcaba, no fue precisamente la que ha tenido Hollande y el resto de líderes franceses en estos días.
Pero la vida sigue, y tras la demostración de unidad, de movilización y de condena de la mayor parte de la clase política y de la sociedad gala ante los atentados cometidos por terroristas islamistas la pasada semana, habrá que tener muy presente que la amenaza yihadista sigue ahí y que habrá que hacerla frente con más medidas que garanticen la seguridad de los ciudadanos en cualquiera de los países que pueden ser objetivo de los terroristas. El debate libertad versus seguridad es un debate tramposo y que es utilizado con ciertas dosis de demagogia por parte de cierta izquierda. A veces hay que sacrificar, aunque sea temporalmente, algún gramo de libertad si eso conlleva mayor seguridad.
Cayetano González