Cuando el 11 de septiembre del año 2001 las ciudades de Nueva York y Washington sufrieron los peores atentados en la historia de los Estados Unidos, a manos de islamistas dirigidos por Bin Laden. En ese mismo instante, comenzó a escribirse la historia de una nueva guerra contra Occidente por parte de grupos de personas inmersos en el fanatismo y fundamentalismo islamista.
La masacre cometida en las oficinas de la revista satírica Charlie Hebdo, en París, no es más ni menos que la continuación de lo que comenzó en América del Norte y que se ha extendido hacía varias ciudades del mundo occidental como Londres, Boston, Madrid, Sidney etc. Es decir, la supresión de las guerras convencionales, por la guerra terrorista encargada a un ejército bien preparado de asesinos y criminales dispuestos a morir ellos mismos después de masacrar a cientos de inocentes en cualquier punto del mundo occidental al grito de «Alá es grande».
El atentado de París no es sólo un atentado a la libertad de expresión o contra la República Francesa, que también, además es un atentado contra la forma de vida de Occidente. Contra los valores occidentales, o contra los derechos igualitarios de todos los hombres y mujeres de nuestras sociedades democráticas occidentales.
Conozco a muchos musulmanes que viven en Europa y en los países árabes, la gran mayoría hombres y mujeres de paz. Muchos de ellos están dolidos y avergonzados cuando ven que fanáticos religiosos de su propia religión cometen las barbaridades que se están repitiendo a menudo en estos últimos años. Afortunadamente no todos los musulmanes son islamistas, y afortunadamente los occidentales sabemos diferenciar a unos de los otros.
Pero dicho esto también debemos ser conscientes que una religión de paz como el Islam, cuando se malinterpreta intencionadamente, se vuelve en una pesadilla, ya que para esos radicales islamistas todo aquél que no profese su religión es un infiel al que hay que combatir y matar.
Desgraciadamente los grupos terroristas islamistas ubicados en África y el Oriente Próximo están preparados para seguir haciendo daño a Occidente, provocando el horror y dando paso al miedo, y provocarán a la vez el rechazo de muchos occidentales. A todo aquél que provenga de esas zonas del globo terráqueo o a los musulmanes que ya están instalados en nuestras sociedades occidentales.
Pero debemos ser conscientes de lo que tenemos enfrente. A pocos kilómetros de nuestras fronteras europeas se amontonan como zombis asesinos cada vez más islamistas con diferentes nombres, pero los mismos objetivos, se llamen Boko Haram en Nigeria, Al-Qaeda en el Magreb o en la Península Arabiga, Al Nosra en Siria, ASIS en Irak, Ansar Dine en Mali. Todos son los mismos fundamentalistas que tienen como objetivo de su particular «cruzada» que la cultura, la religión cristiano-judaica y los valores de nuestra sociedad en Occidente desaparezcan de la faz de la tierra y sean reemplazados por los de la religión Islámica.
El presidente de la República Francesa, François Holland, tras ser abatidos los terroristas volvió a comparecer ante la nación francesa para entre otras cosas llamar a la unidad de los franceses en estos momentos tan delicados. Desgraciadamente, me temo que el debate político en el país vecino no se centrará en la lucha contra el yihadismo o contra el Estado islámico, sino que a los políticos franceses les preocupará más que el extremista Frente Nacional no saque más beneficios electorales de los que ya los analistas políticos están prediciendo por este ataque terrorista islámico.
Toda Francia y toda Europa está consternada por la horrible masacre ocurrida en París, todo el mundo lo condena. Todos excepto en nuestro país los acólitos de ETA, Bildu, que se han opuesto en el Parlamento Vasco a condenar el fanatismo y el terrorismo islamista y todo tipo de violencia terrorista porque según ellos, rechazan mezclar ese terrorismo islámico que según ellos va contra los derechos humanos y democráticos con otro tipo de violencias. Es decir, que para los proetarras el tiro en la nuca perpetrado por Josu Ternera, el coche bomba colocado por De Juana Chaos, o la bomba lapa puesta por la «Tigresa», están en los parámetros lógicos de los Derechos Humanos y la decencia moral y ética.
Estos individuos de Bildu no condenaron jamás los asesinatos de periodistas en nuestro país a manos de los criminales de ETA, y no condenan tampoco los asesinatos de periodistas cometidos en el otro Estado «opresor», según ellos.
La negativa a firmar esa declaración por Bildu, a órdenes de ETA, es la mejor demostración que hay cosas que no cambian en nuestro país y que los terroristas y sus palmeros provengan de donde provengan de la faz de la tierra, son todos ellos primos hermanos.
Carlos Iturgaiz