Podemos decidió volver a la calle en un año electoral. Organizó la Marcha por el cambio en Madrid y, como hacía el 15-M, se dio cita en la emblemática Puerta del Sol, donde se sucedieron los discursos de sus líderes -por cierto, alguien debería decirle al secretario de Política de Podemos, el profesor Íñigo Errejón, que la palabra fundante no existe, y no solo por él, sino por el bien de sus alumnos- hasta llegar a Pablo Iglesias, que pronunció el discurso de clausura sobre la base de que la democracia es la posibilidad de cambiar lo que no funciona. La Marcha por el cambio se suma a la estela del triunfo de Syriza en Grecia, a sabiendas de que ni Grecia es España ni el partido de Alexis Tsipras es igual al de Pablo Iglesias.
El diagnóstico de Podemos, excluidos los insultos, suele ser certero. Describen con bastante precisión lo que pasa en la sociedad y en la economía española. Otra cosa son sus propuestas, hoy por hoy todavía poco concretas para hacer posible su plan de rescate ciudadano, basado en lo que ahora llaman la reestructuración de la deuda. La evocadora apelación de Pablo Iglesias a los locos dignos y a los soñadores va a requerir algo más que poesía para que su patria soñada se haga realidad. Pero todo llegará.
IU y PSOE tienen todo un reto por delante si quieren sobrevivir
A nadie le puede extrañar que exista Podemos. Es comprensible su carácter emergente en un país con varios millones de personas en paro, mucha gente con ingresos recortados y un número considerable de personas desahuciadas. Tal vez la clave de su futuro esté ahora en saber dirigirse a su base natural o al conjunto de la ciudadanía, para lo cual no cabe un programa de gobierno común, ya que hay mucha variedad de intereses en juego. En ese sentido, también adquiere sentido político su táctica de buscar la centralidad mediante la ambigüedad calculada.
Nadie sabrá realmente cómo es Podemos hasta que gobierne o al menos esté presente en las instituciones y vaya adoptando posiciones ante problemas concretos. De momento, Podemos maneja bien sus tiempos, elude la autocrítica e intenta llegar a las elecciones generales sin mojarse en nada. Saben bien lo que están haciendo, parten de que los suyos comprenden tanto su táctica como su estrategia y solo una 'oposición' muy hábil podrá buscarle las cosquillas. IU y PSOE tienen todo un reto por delante si quieren sobrevivir. El PP puede que tenga en juego su poder pero no su existencia.
José Luis Gómez