Teníamos pocos problemas y despertó el ministro Wert. Ahora con un nuevo plan para cambiar los planes universitarios. El ministro de Educación, Cultura y Deportes que llevaba algún tiempo en silencio y quizá por eso nos parecía que las cosas del Ministerio habían mejorado, resulta que ahora, a menos de un año del final de la legislatura se descuelga con un plan para modificar la estructura de las carreras universitarias. Las que desde la entrada en vigor del Plan Bolonia (2007) se llaman «grados» y se apellidan «masters». Todo el mundo sabía hasta hace poco que las carreras duraban cuatro o cinco años y que algunas de ellas (Medicina era el ejemplo clásico) tenían un escolio o complemento en los años de experiencia hospitalaria (los MIR, los populares Médico Internos Residentes) es probable que esta terminología haya sido ya declarada obsoleta.
El caso es que todos nos entendíamos hasta que, como decía, llegó el Plan Bolonia. Aquí optamos por el 4+1. Cuatro grados más un master. Ahora el ministro quiere que sean las universidades las que decidan la duración de los grados: o de tres años de grados y dos de master o de cuatro años de grados más uno de master. Desde el Ministerio argumentan que la fórmula 3+2 es la más común en los países de nuestro entorno, lo que se omite es que los master no son precisamente baratos. 4.000 euros es la cifra barajada como promedio. Lo que nos lleva a pensar -mal pensar, en este caso- que el horizonte de negocio va a pesar muy mucho en la decisión de los rectores de las universidades a quienes se deja en sus manos la decisión de cambiar el modelo. Y, también, que habrá alumnos (muchos) de familias que no podrán hacer frente al pago de tan elevadas matrículas. La Universidad y el resto de las instituciones relacionadas con la formación y la enseñanza no pueden estar sujetas a cambios constantes de planes. Aquí salimos a ley de Educación por Gobierno y así no hay forma de lograr una mínima estabilidad. José Antonio Marina repite con frecuencia una idea que nos debería hacer reflexionar a todos: para educar a un niño se necesita toda una tribu. Mucho tendría que cambiar la tribu de los políticos para que llegara a comprenderlo. Ahí está el Real Decreto que establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, para darse cuenta de que hay quien no ha entendido que estas cosas se han de hacer por consenso porque si sólo está de acuerdo la mitad de la tribu, la otra mitad las cambiará así que el poder cambie de manos.
Julia Navarro