Pasé algunas horas de la 'cumbre' socialista en Valencia, a la que asistí este fin de semana, tratando de averiguar algo acerca del pacto antiterrorista que teóricamente iba a suscribirse entre el Gobierno y el PSOE estos días. Abordé por los pasillos a Pedro Sánchez para pedirle alguna información sobre un acuerdo que tanto interesa a la seguridad de los ciudadanos españoles. Me dijeron que en ese momento no podían atenderme: tal vez después de la clausura del acto, tan vibrante. Pero no hubo ni contacto ni información: me quedé plantado en los pasillos. Pregunté a otros miembros de la ejecutiva del PSOE, que por allí andaban: «¿el pacto con el PP? De eso no sé nada, no hay nada; si acaso, ya te contaremos luego, cuando sepamos algo».
Pero pasó la Conferencia Autonómica de Valencia, con la ya digo que vibrante alocución dominical de Sánchez a los casi dos mil invitados (entre los que no se contaba Susana Díaz, por las conocidas razones gripales). Y no hubo información posterior de ese pacto con el PP, que, desde luego, gustaba más bien poco, como comprobamos hasta la saciedad los periodistas interesados en la cosa, a la militancia socialista allí presente, comenzando incluso por algún miembro de la dirección federal del PSOE. Así que los periodistas nos tuvimos que conformar, de nuevo, con asistir como micrófonos ambulantes a los discursos entusiastas, a las llamadas a la victoria electoral, a los cantos de guerra para la conquista de las urnas. No convenía que un tema tan escabroso -para la militancia, ya digo- como un pacto con ese mismo PP, al que desde el atril del orador principal se sacudía a modo, empañase el brillo de la euforia.
Conste que me repito insistiendo en que son más los claros que los oscuros de este Pedro Sánchez y de su equipo, al menos en comparación con otros y con otras épocas pretéritas: el PSOE de Sánchez es un valladar frente a aventuras que bordean las fronteras del sistema. Pero no pueden estos 'nuevos' dirigentes socialistas caer en lo mismo que otros y en lo que hacían en otras épocas pretéritas. Imposible que el domingo a primera hora de la tarde no supiesen los próceres socialistas que este lunes, a las dieciocho horas, se iba a firmar el pacto antiterrorista -laus Deo- en La Moncloa. Difícil de creer que los más próximos a Sánchez lo ignorasen todo, hasta el punto de asegurarme que no habría un encuentro 'presencial' entre ambos: «si acaso. Ya hablarán por teléfono».
Estamos pidiendo nuevos modos, nuevas fórmulas, otras maneras de tratar a la opinión pública y a la publicada. Lamento que alguien tan atractivo en sus nuevos planteamientos como Pedro Sánchez, y los que le rodean, nos hayan tratado tan mal a quienes, haciendo un esfuerzo de fin de semana, nos desplazamos para acompañar 'su' acto propagandístico en Valencia. ¿Tanta vergüenza les daba suscribir este acuerdo, al fin y al cabo necesario, con ese Mariano Rajoy al que desde los micrófonos con tanta energía se le sacude?
Ah, y luego, este lunes por la tarde, tras la 'firma-sorpresa', declaración institucional en Moncloa. Naturalmente, sin preguntas, al rajoyano modo, que, a lo peor, no es ya solamente rajoyano. ¿Para esto predicamos algunos una gran cioalición?
Fernando Jáuregui