Mario Draghi, uno de los hombres de Goldman Sachs en Europa, ya saben una de las entidades que en el pasado ayudaron al gobierno griego a falsear sus cuentas, ha decidido cerrar el grifo de financiación a Grecia.
En realidad Draghi, presidente del Banco Central Europeo, es un hombre bien mandado, antes lo era de Goldman Sachs y ahora lo es de Angela Merkel.
De manera que Merkel versus Draghi, alarmada por los resultados de la gira de Alexis Tsipras y de su ministro de economía Yanis Varufakis, ha decidido cortar por lo sano. A Alemania no le estaba gustando que Renzi, primer ministro de Italia o el mismísimo presidente de Francia, se hayan mostrado dispuestos a emplearse a fondo para que se pongan en marcha «otro marco económico» en palabras de Holland e ir acabando con la austeridad extrema.
Así que como la señora Merkel en nombre de Alemania es la que manda en Europa, y no está dispuesta a que un pequeño país se salga del carril que ella ha señalado, ha decidido castigar a Grecia. A Merkel poco le importa la soberanía del Estado griego, es decir el resultado de las recientes elecciones.
Los griegos han votado por respirar porque los planes de austeridad impuestos por Bruselas, la Troika, es decir Alemania, habían provocado una autentica catástrofe humanitaria. Pero a la señora Merkel poco le importan esos miles de hogares sin calefacción, esos ancianos que a veces no pueden hacer ni una comida al día, esos miles de niños que viven muy por debajo del umbral de la pobreza.
A la señora Merkel poco le importan esos miles de hogares sin calefacción
Alexis Tsipras, el nuevo Primer Ministro griego no ha dicho que no quiera pagar la deuda de Grecia sino que quiere restructurarla al tiempo que pide un tiempo nuevo en la UE para que los planes de austeridad no continúen dejando en la cuneta a tantas y tantas personas.
Pero en la UE creen que los ciudadanos están al servicio de las normas y no al revés. Así que el Banco Central, o sea Alemania, ha decidido cortar las alas a Alexis Tsipras antes de que su ejemplo cunda y otros países puedan tener la tentación de alzar su voz diciendo que otra política económica es posible, que resulta insoportable que los ciudadanos estén al servicio de la economía y no al revés. Como resulta insoportable el «mantra» de que hay unas reglas que cumplir como si las reglas no pudieran cambiarse.
Merkel y sus afines están socavando la idea de Europa. Si los ciudadanos en vez de encontrar en Bruselas una solución a sus problemas, lo que se topan es todo lo contrario, crecerá el desafecto hacia la Unión Europea.
Ahogar a Grecia es la peor de las decisiones que Draghi podía tomar no solo por lo que pueda suceder en el país heleno sino por el efecto que puede tener sobre el euro y sobre el futuro de la UE.
Ya está bien de esta UE en la que los países actúan al toque de corneta de Alemania.
Julia Navarro