En la confrontación política existen dos variables determinantes: la agenda y los tiempos. Quien marca la primera y controla los segundos impone a los contrincantes el terreno de juego y, por tanto, parte con ventaja. Claro que en un país tan descentralizado como España, no existe un único tablero por lo cual la mezcla de agenda y tiempos requiere no solo pericia de alquimista, sino cierta dosis de fortuna.
Lo sabe bien Mariano Rajoy. Lo tenía todo previsto de cara a este largo año electoral pero… apareció Susana Díaz y le aguó la fiesta.
Ante la inestabilidad a que habían conducido al pacto de gobierno ciertas decisiones adoptadas por IU, la presidenta de Andalucía, en una decisión valiente, arriesgada, pero también inteligente, decidió convocar a los andaluces a las urnas para desbloquear la situación, consolidar su proyecto político y poder afrontar los desafíos de una comunidad autónoma clave como la andaluza, nada menos que el 18% de la población y el 14% del PIB de España.
Y Rajoy se ha quedado descolocado. Porque, en el fondo, tenía todo dispuesto en el tablero para desarrollar una estrategia fundamentada en tres claves.
Primera clave: PP y Podemos juntos de la mano
El primer paso era reeditar la vieja pinza, esta vez con Podemos como aliado. Por tanto, buscar el cuerpo a cuerpo con Pablo Iglesias e ignorar al PSOE para desterrarle a la zona de sombra y aumentar así sus posibilidades de ganar las elecciones. Pues, como bien dijo Pedro Sánchez en Valencia, “al que teme el PP es al PSOE”, de ahí la necesidad de fagocitarlo, para lo cual todo aliado es bienvenido y toda arma, saludada.
Véase si no la última encuesta del CIS, en la que el Gobierno empieza a ningunear al PSOE de manera burda e indisimulada. Claro que, vistos los datos del CIS, quien debería sentirse preocupado, y mucho, es Rajoy por la cuña que está abriendo Ciudadanos en su electorado…
Segunda clave: apelmazar el voto españolista
Para ello, una nueva alianza antinatura con el enemigo, esta vez el nacionalismo catalán. En su estrategia de alentar el miedo y los viejos fantasmas en la ciudadanía, nada mejor que una confrontación con Cataluña de cara a las elecciones de septiembre. La estrategia no es nueva: el boicot a los productos catalanes o el recurso al Constitucional y las mesas petitorias contra el Estatut de Cataluña en la oposición y la política recentralizadora ya en el Gobierno son muestras de la querencia de Rajoy por la catalanofobia y los réditos que le reporta.
Desde luego, al otro lado está esperándole Artur Mas con los brazos abiertos, consciente, al igual que Rajoy, que el choque de trenes llena las urnas de votos extremistas. Como han demostrado a lo largo de la legislatura, que con ello pierdan Cataluña y España no entra dentro de las preocupaciones de ninguno.
Tercera clave: disparar con pólvora del rey
Para ello, nada mejor que los Presupuestos Generales del Estado. La estrategia es evidente: Mariano Rajoy pretende presentar y aprobar los PGE no para dotar a España de instrumentos para afrontar la cuádruple crisis social, económica, institucional y territorial que padece, sino para dotar al PP de un manifiesto electoral tan deslumbrante como engañoso, reeditando así la estrategia de hace cuatro años, cuando prometió todo lo que ha incumplido.
Y para que el trampantojo funcione, nada mejor que reutilizar un viejo cuento del Partido Popular: España va bien, el milagro soy yo.
Por desgracia para los ciudadanos, que lo sufren cada día en sus propias carnes, el relato no puede ser más falso. Porque, tras cuatro años de Rajoy, las cosas no van mejor: ha aumentado la tasa de paro, se han destruido 600.000 empleos, se ha multiplicado el número de hogares sin ingresos, se han desplomado los salarios y ha vuelto la emigración, por no recordar los recortes en servicios públicos básicos como la educación o la sanidad. Aunque el peor recorte ha sido, sin duda, la disminución en 5.000 millones de la partida del desempleo y en 2.500 de las políticas activas de empleo cuando la gente más lo necesita. Resultado: se ha disparado la desigualdad. Si tienen interés, échenle un ojo a estos indicadores.
Es más, si algo se ha movido en la dirección por todos deseada, es debido a la nueva política impulsada por el BCE. Lástima que no se hubiera decidido a hacerlo en 2010: hubiera evitado mucho sufrimiento a los ciudadanos.
¿Por qué quiere Rajoy aprobar los Presupuestos? Para poder hacer creíble su relato de la recuperación: “ahora que ya he arreglado la economía –diría– subiré un poco las pensiones”, no importa que hayan perdido poder adquisitivo estos años directa e indirectamente; “subiré los salarios a los funcionarios”, tras años en el refrigerador; y “bajaré los impuestos”, aunque haya sido autor de la mayor subida de la historia, subida que no se amortigua con una pequeña rebaja del IRPF. Es decir, quiere convertir los PGE en el aguinaldo de navidad y cebar la ola del optimismo sobre la que surfear hacia las urnas, para lo que necesita ganar tiempo: de ahí que intentará retrasar las elecciones todo lo posible.
Para desgracia de Rajoy, sin embargo, Susana Díaz le ha cambiado el tablero. La convocatoria electoral en Andalucía obliga al presidente del Gobierno a entrar en el cuerpo a cuerpo con la presidenta andaluza y, por tanto, con el PSOE en un debate en el cual el candidato del PP, de quien ni siquiera recuerdo el nombre, ni está ni se le espera.
Difícil lograr los objetivos previstos cuando a la primera curva te encuentras con una sonora derrota electoral en la comunidad más importante de España…
José Blanco