lunes, noviembre 25, 2024
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No quedaba más remedio

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Tomas Gómez ha sido apartado fulminantemente de la dirección de los socialistas madrileños y, con toda seguridad, no va a ser el candidato a presidir la Comunidad de Madrid. Al margen de los pésimos datos que le auguraban las encuestas, el sobrecoste de la obra del tranvía de Parla hacía inviable su permanencia en el cargo. Hombre obcecado y tenaz no acepto la noche anterior la «invitación» de Pedro Sánchez a presentar una honrosa dimisión. Creyó que, a tres meses de las elecciones municipales y autonómicas, la dirección federal del PSOE no se atrevería a abrir una crisis de semejante envergadura.

Calculó mal. Su presencia era un lastre que los socialistas, en tiempos de tolerancia cero ante cualquier sospecha de corrupción, no podían permitirse. Además, su gestión al frente del PSM cuenta con más oscuros que claros. Rodeado de una guardia pretoriana fiel, de la que forma parte el candidato a la alcaldía de Madrid, José Miguel Carmona, se ha ido quitando de en medio a todos los que osaban discutir su liderazgo. Buena prueba de ello son sus enfrentamientos con los alcaldes de Leganés, Aranjuez  y su antiguo feudo de Parla donde no se hablaba con la nueva alcaldesa del PSOE. Esta forma tan personalista de llevar al PSM había hecho huir a la militancia que pasaron de treinta mil afiliados a apenas quince mil.

El origen de su ascenso en la dirección socialista se debió al «enamoramiento» de Zapatero. El entonces presidente del Gobierno no conocía al alcalde de Parla y le citó en la Moncloa. Tras una larga charla se quedó deslumbrado y le colocó en la carrera por la presidencia de Madrid. La llegada de Rubalcaba a la dirección socialista fue un jarrO de agua fría para Gómez porque apoyó sin recato a Carmen Chacón y, además, el nuevo secretario general no se sentía tan obnubilado por su potencial político. Sus desencuentros fueron públicos y sonados. Si Rubalcaba no hubiera tenido que enjaretar un PSOE que se le iba de las manos hubiera tomado la misma decisión que ayer tomó Pedro Sánchez.

El asunto de los 41 millones de más que ha costado el tranvía de Parla no es baladí. Fiscalía y policía judicial investigan lo que han considerado «hecho criminoso», al relacionar el aumento presupuestario con las posibles conexiones entre políticos, técnicos y las empresas que realizaron las obras. Al no haber concurso público el precio pasó de 108 millones a 149 que, con los intereses finales subió a 256, dejando en quiebra técnica al Ayuntamiento.

Gómez ha intentado tirar balones fuera culpando al PP, que es quien está al frente del Consorcio Regional de Trasportes, pero la explicación no ha convencido a sus compañeros de partido ni tampoco a la UDEF, quien insiste en que la responsabilidad recae sobre los concejales que aprobaron el sobrecoste sin concurso.

Desde hace unos días el nombre de Ángel Gabilondo, el ex ministro de Educación (que a punto estuvo de lograr el primer y único pacto por la educación que se hubiera firmado en este país si no lo llega a boicotear el PP) suena con fuerza como candidato socialista en Madrid. Sin duda concitaría muchas más simpatías y votos que el defenestrado Gómez.

Victoria Lafora

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