Entre Pablo Iglesias y Tania Sánchez casi han aniquilado a Izquierda Unida. El uno desde fuera y la otra desde dentro. Asedio perfecto de la pareja. Y sólo con pólvora porque difícil es apreciar diferencias entre IU y Podemos salvo que en IU dan una imagen anticuada y tristona mientras en Podemos solo hay pujanza juvenil. Alberto Garzón, candidato de IU a La Moncloa se pierde persiguiendo a Podemos. Tampoco podrá controlar a Podemos desde fuera porque esta vieja táctica la conoce Pablo Iglesias. Por algo mamaron ambos, y otros más, el mismo comunismo juvenil y del Partido Comunista de España que avasalladoramente controla a IU.
En 1977 un ministro militar del gobierno de Suarez dimitió por la legalización del PCE, políticamente imprescindible. Manuel Fraga, fundador del Partido Popular, tampoco quería al PCE legalizado. Le tenían miedo. Lo preferían en la clandestinidad impidiendo que España fuese una verdadera democracia. Luego el comunismo empezó a disolverse. Su mejor resultado: un 10,77 % en 1979. En 1986 el PCE, ya en decadencia, se disfrazó con la piel de cordero de IU. Ahora, los jóvenes y desagradecidos cuervos que ha criado se han comido sus ojos dejándola ciega y a la deriva. Con la operación Podemos se alejan de IU y del PCE aunque conservan su ideología. Son unos rebeldes que buscan su inspiración fuera de Europa y en un pasado fracasado; en los revolucionarios marxistas latinoamericanos y en la nostalgia del comunismo que esclavizó el Este europeo y que económicamente hundió la Rusia soviética.
Arrinconada IU, el siguiente objetivo, pretenden, es el Partido Socialista. En tres fases. La primera sustrayendo sus votantes más descontentos. La segunda tratando de adelantar al PSOE. Con una Presidencia del Gobierno o una Jefatura de la oposición los jóvenes “pudientes” intentarían, en la tercera fase, laminar al PSOE pensando que los electores sólo apuestan por vencedores. Para este plan cuentan con el olvido de su origen ideológico y una propaganda dualista. Dicen que solo hay que elegir entre PP y Podemos. Eso les convendría y el PP lo comparte pues para los de Génova todo lo que reduzca a los socialistas es bueno. Temen más la sensatez socialista que el radicalismo de Podemos que, estiman, empuja el voto del miedo hacia el Partido Popular.
Podemos recoge mucho voto de descontento. Con la que está cayendo no es de extrañar. Es un descontento visceral que atiende poco a otros argumentos que no sean los del rechazo total del pasado y de sus actores políticos sin considerar los importantes logros conseguidos desde 1975 y dejándose atraer por soluciones negativas: abandonar la OTAN, negar la Unión Europea, no pagar la deuda y el simplista que “paguen los ricos” como expresión positiva. En definitiva, populismo. Da igual que sea de derechas, de izquierdas o hipotéticamente transversal, el populismo es negativo y solo lleva al desastre.
Podemos no detalla su programa, si lo tiene, que es lo que quiere exactamente y como lo va a conseguir. Intentará evitarlo, pues ese día empezará a perder muchos votos. A Podemos le interesa navegar en aguas pasionales y no racionales; generales y no precisas. La situación en precario de tantos españoles favorece esta línea en la que la prioridad es esencialmente la de arremeter contra las denominadas “castas”, políticas y económico-financieras, sin ofrecer alternativas viables. Sin embargo, muchos de los actuales partidarios de Podemos no se consideran de extrema izquierda que es donde sitúan a Podemos. A la vista de esta contradicción, Podemos no tiene interés en precisar y explicar sus ofertas electorales para no alejar a ese electorado descolocado.
La batalla por la supremacía en la izquierda está servida. Hay mucho enfado pero cuando llegue la hora de votar se habrá tenido la posibilidad de comparar las distintas ofertas electorales y Podemos bajará. El electorado quiere soluciones sensatas y razonables a nuestros múltiples problemas y ejecutadas por políticos honestos capaces de ejercer un verdadero liderazgo. Es interesante comprobar que sin perjuicio de que pueda ser discutible el momento y la forma de la destitución de Tomás Gómez, ésta ha sido bien recibida por muchos por ser la decisión del Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, dispuesto a ejercer su autoridad frente a alguien encasquillado con los suyos en la maquinaria partidista madrileña y sin suficiente seguimiento electoral. No obstante, lo que el electorado espera del PSOE es una unidad manifiesta con la oferta de un programa de centroizquierda que priorice la justica y la cohesión social sin derrumbar nuestra economía incardinada en la UE, nuestro hábitat natural.
En cuando al PP no ofrece renovación interna alguna y ofrece esencialmente mejoras macroeconómicas para justificar su gobierno. Todavía no parece preocuparle Ciudadanos, pero estos ya están desplazando a UPyD y mordiendo en el electorado del PP.
Carlos Miranda
Embajador de España
Carlos Miranda