El silencio puede resultar atronador. Llamativo resulta, desde luego, el silencio del ciudadano José María Aznar acerca del escándalo de Bankia-Caja Madrid, la entidad al frente de la que en su día colocó a su amigo Miguel Blesa. Hoy Blesa está imputado, entre otros delitos, por presunta administración desleal en el caso de las tarjetas de crédito opacas al Fisco, las famosas «tarjetas black». Tarjetas de las que se beneficiaron ciudadanos como Rodrigo Rato, José Manuel Fernández Norniella, Estanislao Rodríguez Ponga o Alberto Recarte que habían sido altos cargos del primer Gabinete Aznar. Nada menos que un vicepresidente, dos secretario de Estado y un asesor presidencial. Parte esencial del primer equipo económico del Gobierno que formó tras acceder a La Moncloa. Frente al escándalo, silencio. Ni un gesto, ni una palabra de condena al sistema de favores y abusos de privilegios de casta que llevaron a Caja Madrid a la ruina y a ser rescatada con dinero público.
Silencio también y clamoroso el de Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CC.OO., ante el no menos escandaloso caso de COMFIA, la federación de banca del sindicato que en solo cuatro años (2008-2012) gastó más de 14 millones de euros en viajes, reuniones y comidas. Un dispendio al que habría que añadir otros cerca de cuatro millones más librados en sobresueldos. Y, silencio además, ante la actuación de los ex consejeros de Caja Madrid investigados en el asunto de las «tarjetas black» (Francisco Baquero, Rodolfo Benito, Pedro Bedia Pérez o Gabriel Moreno Flores) que están desfilando estos días como imputados ante el juez Fernando Andreu.
86 ex consejeros y directivos de Caja Madrid/Bankia están imputados. La justicia dirá lo que tenga que decir pero, en este asunto, la sanción social va por otro camino a la vista de las circunstancias en las que se llevó a término el expolio. En ése registro creo que tanto Pedro Sánchez (PSOE) como Cayo Lara (IU) supieron reaccionar a tiempo expulsando de sus organizaciones a quienes habían tirado de tarjeta pasando por alto sus obligaciones con el Fisco. Por eso resulta tan clamoroso el silencio de otros.
Fermín Bocos