AL LORO
Faltan horas para que se sepa qué ocurre en la familia socialista madrileña, y en el círculo de Pedro Sánchez –mejor no escribir círculo, no vaya a reivindicar Podemos el copyright- se vive la polémica con una tranquilidad pasmosa. Están convencidos de que les va a salir bien la jugada y, lo que es más importante, creen que de una vez por todas van a conseguir lo que ningún secretario general ha conseguido en años: meter en cintura al Psoe madrileño, aquel que tuvo a Felipe González con los nervios a flor de piel durante dos días porque no querían ponerle de cabeza de la lista a la presidencia del gobierno.
Meter en cintura al Psoe madrileño, aquel que tuvo a Felipe González con los nervios a flor de piel
Cualquiera que ya no cumpla los sesenta recuerda las mil peripecias protagonizados por los dirigentes socialistas madrileños, que han hecho sufrir, uno tras otro, a los secretarios generales del partido. Si no se le tuercen las cosas a Pedro Sánchez, y falta poco para conocer el resultado de su golpe de mano, tendremos a Ángel Gabilondo como cabeza de cartel. Un hombre sensato que consiguió hace años lo que parecía imposible, que el PP se aviniera a pactar su reforma educativa con alguna que otra cesión, pacto que podría considerarse histórico, pero que echó atrás el mismísimo presidente Zapatero, el que había elegido a Gabilondo ministro de la cosa, porque temía que el Psoe fuera acusado de ceder ante el partido de Rajoy. Cosas veredes.
Estos días se habla nuevamente de ETA gracias a la exclusiva de El Mundo que ha encontrado a De Juana Chaos en un pueblo de la costa venezolana donde regenta una licorería. Nada de lujo, según la crónica de Angeles Escrivá y según la fotografía en la que el etarra aparece con un aspecto deplorable. La mayoría de la gente ha puesto el acento en su redondez, prueba de que no pasa hambre; pero lo que repele, además de su biografía, es su poca inclinación por el aseo personal, al menos en la foto realizada en Chichirivichi.
Al regresar De Juana al primer plano se vuelve a hablar de ETA, y está bien que no se olvide el historial de esa banda que tiene tantos asesinatos en su haber, todavía no ha perdido perdón a las víctimas, ni ha entregado las armas que guarda en algún zulo. Los cuerpos de seguridad calculan que cuentan todavía con una treintena de miembros dispuestos a realizar nuevas acciones terroristas, pero su capacidad de maniobra es prácticamente nula. En primer lugar porque están muy controlados y, en cuanto se mueven, son detenidos. Y segundo, porque ni Bildu ni Sortu quieren que retomen la vía del terrorismo. Los dirigentes de esas dos formaciones que en tiempos apoyaron a ETA han logrado su objetivo de sentarse en las instituciones, ganar un buen dinero y gestionar importantes presupuestos, y temen que si ETA vuelve a las andadas se ponga en marcha el proceso que les llevaría a su ilegalización inmediata.
Lo que nos acongoja ahora es el terrorismo islamista, con su horror, su salvajismo, su brutalidad sin límite. Ha habido cobardía –aunque algunos líderes mundiales prefieren decir prudencia- a la hora de neutralizarlos cuando iniciaban su andadura mortal, y ahora se han hecho fuertes y siguen su expansión territorial. Los expertos en la lucha antiyihadista han recibido como una pésima noticia que hayan aparecido en Libia, donde han torturado y asesinado a ciudadanos egipcios. Significa que además del territorio conquistado en Irak y Siria han dado el salto al Magreb, a dos pasos de Europa.
Todas las medidas para tratar de abatirlos son pocas, y hay españoles peleando sobre el terreno para conseguirlo, como en tiempos pelearon para abatir a ETA. Su valentía merece un monumento. El que no merecen los dirigentes mundiales que se colocan medallas por su supuesta lucha por la paz y la seguridad.
Pilar Cernuda