martes, noviembre 26, 2024
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Un castillo más

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Hay más amplitud y más luz en las praderas de la Champions. El madrid saltó al campo con el celofán rosa bien agarrado a la piel, y en su misma dispersión por el campo, se notó la diferencia con los últimos partidos ligueros. Los jugadores estaban a la vez lejos de los rivales y cerca de sí mismos, y desde que el balón empezó a sonar, el ritmo se dejaba notar cada vez que Benzemá cazaba un balón (Cristiano salía disparado hacia el espacio) o cada vez que Pepe abrasaba las bandas (todo el Schalke daba tres pasos hacia atrás, temeroso). El eco del juego había vuelto. Porque el juego es ganar, y eso se conseguiría más tarde.

El Schalke es un equipo extraño hecho de retales sin una dirección determinada. Su entrenador, que tiene cara de ser el último vestigio de mesopotamia, ganó una Champions con un Chelsea que era como un socavón del que emergía un Drogba monstruoso que le retorció el cuello a los dioses hasta parir un 1-0; así que se supone que su juego es defensivo. Su estrella, Huntelaar, es un francotirador al que hay que servirle la munición en una bandeja. El resto son jugadores que van y vienen por el campo sin rasgos definitorios. Buen físico, el mestizaje justo, técnica competente. Gente que a veces mete la pierna y obedece órdenes de arriba.

El Real empezó precavido, bombeando balones por las bandas por primera vez en mucho tiempo. Quizás Anchelotti se haya dado cuenta que Modric no está y conviene tener un sistema que minimice riesgos hasta que los tres gallos de adelante comienzen a entrecruzarse y el partido se venga abajo. Son varios los balones que baja Karim con el pecho, y aunque esa suele ser una primera señal de peligro, esta vez no andaba acertado en el gesto técnico. Ni él ni el resto del equipo, como si les hubieran devuelto el sitio en el campo, pero con un fotograma de menos. El plan tenía sentido porque cuando el balón era devuelto al césped por un madridista en zonas altas, rápidamente Cristiano abría una vía de escape y Bale asomaba muy lejos, pero siempre como amenaza. Todo esto con el mínimo gasto. No había gol, pero el Schalke sabía lo que le esperaba a su espalda.

Huntelaar se zafó de varios madridistas y disparó cruzado hacia los guantes de Casillas. Fue la única ocasión de los alemanes en la primera parte, justo en el momento en que el madrid se estaba comenzando a aburrir con el empate a 0. Este es un equipo hecho a favor del genio de los jugadores. La táctica cubre lo justo, y la espina dorsal es muy sensible porque está muy expuesta. Basta un remate en contra o un poste a favor para cambiar el aire del partido. En la jugada siguiente, Carvajal, que siente como suyos los encuentros cuanto más importantes sean, citó a su par con chulería, dio un pasito hacia adentro y centró con la izquierda hacia el corazón del área, lleno de centrales y con cristiano conviviendo entre ellos. El balón buscó al portugués, y mientras los centrales parecían retroceder miles de años, Ronaldo cabeceó tan sencillo como en un juego infantil.

Después del gol, el madrid se deshinibió y comenzó a disparar un juego parecido al del año pasado por estas fechas. La diferencia estuvo en su interior derecho, Lucas Silva, y en la técnica tan opaca que tienen ahora mismo los jugadores rosas. El debutante brasileño pensó cada jugada como si el fútbol tuviera una solución. Confundió el espacio con la marca, y la pelota con el tocino, pero no se hundió en el cieno como Illarra un año atrás. A veces se acercaba tanto a Kroos que parecía querer besarle, y otras se alejaba de la jugada sin llegar a ninguna parte. No es fácil la papeleta que tiene. Ese interior derecho del madrid, que se construyó para Modric, necesita de una teorización previa y una genialidad grande para llenarlo de fútbol. Adelante está Bale, que merodea al borde de la jungla hasta que le tiran su trozo de carne. Necesita espacio, oxígeno y la posibilidad del balón. Atrás está Kroos, que quiere un apoyo, una línea de pase y un ayudante en la presión. Y más allá, Ronaldo y Karim. Que algo querrán, pero se insinúan y no te lo van a decir. Al final, esos jugadores que se encuentran perdidos siempre acaban siguiendo la línea del balón. Y eso es cómico, pero cansado y peligroso.

Desde que Modric y James cayeron, faltan pasadores en el madrid. Kroos sólo da el último pase si las aguas se abren frente a él, como pasó en una oportunidad que pició Karim ante el portero. A Isco le falta un nosequé para que sus pases lleguen en las condiciones adecuadas en un sitio tan destemplado como el área. El pase filtrado mirando al tendido, quizás por su filiación andaluza, sí que lo domina. Pero tiene que asomarse mucho a los balcones para darlo, y suele ser demasiado subrayado para que no lo cacen antes. Hoy dejó una rareza de esas y la gracia que tiene jugando en banda, donde cada vez disfruta más toreando rivales con la mano en la cintura. Bale tuvo un partido «sólo detalles», como una pared de tacón con Isco o una cabalgada campo a través, que comenzó con un control de espuela que hizo las delicias de los más chicos, y acabó dándose contra su propio muro mental. Cuando la jugada demandaba zurriagazo tremebundo de los prohibidos por la autoridad, le dio un simulacro de pase a Cristiano, a destiempo y mal parido, que acabó en tierra de nadie. El portugués aplaudió con amargura.

Pepe seguía levantando murallas móviles, Kroos le daba continuidad a la idea, y Cristiano sombreaba todo el frente de ataque. De repente, por el lado de Marcelo, que andaba por ahí, apareció un delantero que bajó una pelota de 70 metros hacia un alemán que venía de frente. Le pegó redondo al balón y el travesaño de Casillas retumbó en todo el estadio. El rebote siguiente, acabó en manos de Iker que lo acarició como si fuera un recién nacido. Luego tocó el poste y el universo detuvo su expansión por unos segundos. Hubo una jugada siguiente, como en la primera parte, en la que Cristiano se empecinó en sacar agua de un pozo que parecía seco. Regateó al primero, se llevó el balón atado a una cuerda del segundo y se la pasó a Marcelo que volvía de hacer la compra. El brasileño la envolvió con la izquierda, hizo un malabar y mientras se le desplomaba el edificio, decidió tirarse por la ventana. El balón entró por la escuadra, haciendo un ruido hermoso, obsceno y terrorífico a un tiempo, como si el balón le hubiera reventado el himen a la portería.

Illarra saltó al campo en el último suspiro para corretear con los mayores y decirlo en casa. Luego el madrid saludó a las masas y se fue hacia el aeropuerto para seguir con una gira mundial que acabará el último día de la creación.

Schalke, 0-Madrid, 2

Schalke: Wellenreuther; Uchida, Höwedes, Nastasic, Aogo; Höger (Meyer, m. 81), Matip, Neustädter (Kirchhoff, m. 58); Boateng; Choupo-Moting y Huntelard (Platte, m. 32). No utilizados: Fuchs, Ayhan, Barnetta y Wetklo.

Real Madrid: Casillas; Carvajal (Arbeloa, m. 81), Pepe, Varane, Marcelo; Isco (Illarramendi, m. 84), Kroos, Lucas Silva; Bale, Benzema (Chicharito, m. 78) y Cristiano Ronaldo. No utilizados: Keylor, Medrán, Nacho y Jesé.

Goles: 0-1. M. 26. Cristiano. 0-2. M. 79. Marcelo.

Árbitro: Martin Atkinson. Amonestó a Neusädter, Boateng, Kroos y Kirchoff.

Unos 78.000 espectadores en el Veltins Arena de Gelsenkirchen.

Ángel del Riego

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