Irene Lozano es una de esas diputadas que hace honor a lo que debe de ser la función parlamentaria: convertirse en la voz de los ciudadanos ante las Cámaras, llevar sus problemas, buscar soluciones.
La diputada de UpyD es portavoz de su grupo en la comisión de Defensa y un día se encontró con una capitana del Ejército que le contaba una historia, su historia, la historia de una mujer que amaba su profesión, que había participado en misiones internacionales, que se sentía orgullosa de ser militar pero que un día tropezó con un superior, un teniente-coronel que la acosó sexualmente hasta hacerla la existencia insoportable, hasta quebrarla. Lo peor es que cuando se decidió a denunciarle se encontró con la incomprensión y un corporativismo feroz por parte de quienes debían de protegerla frente esos abusos.
La historia de Zaida es la que Irene Lozano ha llevado hasta el Congreso de los Diputados, es la historia que ambas, diputada y militar han plasmado en un libro, y conocer esta historia debería de servir para que cambien las cosas.
Sin embargo, desde que Irene Lozano llevó el caso de Zaida al Parlamento, la actitud del ministro Morenés ha sido esquiva, por decirlo suavemente. La comandante Cantera, está de baja, pendiente de que se resuelva la incoación de un expediente que determine si aún puede continuar cumpliendo con sus cometidos en el Ejército de Tierra. Porque lo que le sucedió a consecuencia de los abusos del Teniente Coronel, isidro José Lezcano-Mújica, ha tenido consecuencias en su salud.
Sí, el ministro Morenés tiene una responsabilidad política, pero también el anterior gobierno, el gobierno socialista, que era quién gobernaba cuando la entonces capitana Cantera sufrió lo que sufrió, sin que nadie la amparara.
De manera que es el sistema el que falla, un sistema en el que se refugian los políticos que dirigen las Fuerzas Armadas, sin atreverse a cambiarlo, perpetuando prácticas y abusos que no deberían de poder tener lugar en democracia.
Es el sistema el que falla
Nuestro sistema político, en algunas cuestiones, aún debe de ponerse en hora con el siglo XXI. Por ejemplo en lo que se refiere a algunos delitos cometidos por militares en «tiempos de paz», es decir ahora, y que nada tienen que ver con asuntos militares. El caso de la comandante Zaida Cantera sirve de ejemplo.
La hoy comandante Cantera sufrió acoso sexual por parte de su teniente-coronel y después acoso laboral, profesional, por parte de quienes dentro del Ejército no estaban de acuerdo con que la comandante denunciara a su acosador. Pero resulta que el acoso sexual no está tipificado en el Código Militar así que la sentencia contra el teniente-coronel Lezcano-Mújica fue por «abuso de poder».
Me parece a mí que ha llegado el momento de que los militares, cuando cometan un delito que nada tenga que ver con cuestiones estrictamente militares, sean juzgados por tribunales ordinarios. Es una de esas cuestiones que tiene pendientes nuestra democracia. De manera que el teniente-coronel Lezcano-Mújica debió de responder de sus actos ante un tribunal civil.
La historia de la comandante Zaida Cantera debería de tener un final sonde la justicia imperara, pudiera recuperar su vida, y al menos sentir la satisfacción de que denunciar su caso servirá para que nunca más ninguna mujer militar vuelva a sufrir lo que ella sufrido.
Julia Navarro