En España los debates electorales televisados son de cartón piedra. Lo acabamos de comprobar una vez con el debate celebrado entre Susana Díaz, Juan Moreno y Antonio Maíllo.
Ojo, la culpa no es de los moderados del debate, en este caso de María Casado, una excelente profesional, sino de que los partidos son los que pactan como debe de ser el debate.
Por otra parte los debates se quedan cojos porque solo se circunscriben a quienes ya tienen representación parlamentaria. No digo que tengan que participar cualquiera peor si aquellos partidos que tienen posibilidades de obtener escaños, como es en el caso de Andalucía, Ciudadanos y Podemos además de UPyD.
Como la pólvora está inventada no hace falta pensar mucho para decidir cual debe de ser el modelo de debate electoral, basta con recurrir a como se celebran los debates en otros países. Por ejemplo Francia por no ir muy lejos. En la televisión francesa los debates electorales mantienen el interés de los espectadores porque es el moderador quién lleva la batuta. Por no hablar de los debates entre candidatos en Estados Unidos, que son otro ejemplo a seguir.
La verdad sea dicha los debates en nuestro país terminan siendo enormemente aburridos porque son previsibles.
Ahora en los partidos andan a la greña para ver quién ha ganado el último debate entre los tres principales candidatos andaluces. En el PP se declaran vencedores mientras que en el PSOE aseguran que Susana Díaz apisonó a Moreno Bonilla, y en Izquierda Unida están convencidos de que Antonio Maillo fue quién demostró que tiene soluciones a los problemas de los andaluces.
En mi opinión el popular Juan Moreno no estuvo tan mal ni Susana Díaz tan bien, en cuanto al candidato de IU, no hubo sorpresas.
Pero volviendo al fondo de la cuestión me parece a mi que las televisiones, sobre todo las públicas, deberían de negarse a que las reglas de juego de los debates electorales sean fruto de los tejemanejes de los jefes de prensa y de campaña de los partidos políticos. Las reglas del juego las deben de arbitrar los periodistas, y el candidato que no lo acepte pues que no vaya. Pero ya está bien que los partidos pretendan que sus candidatos debatan con red.
Julia Navarro