En Geometría, el centro es un punto ilusorio que no tiene dimensión, mientras en Política el centro parece que es la finca que suma más hectáreas. A pesar de esta disparidad de puntos de vista, el centro no existe. Lo que sí hay es centro-derecha de diversos matices y centro-izquierda de amplio espectro.
Cada vez que el PSOE se acuerda de sus orígenes y muestra su cara revolucionaria, los profetas demoscópicos se echan las manos a la cabeza y advierten con preocupación que va a perder el centro, y que sin el centro no se puede alcanzar mayorías, y es cierto.
Como esto no es ningún secreto para nadie, no hay formación política, excepto la extrema izquierda, que no diga que tiene algo de centro, aunque sea una prima lejana, por lo que el mercado está lleno de productos centristas, desde el centro-centro hasta el centro desviadísimo, pasando por el centro despistado.
Es entonces cuando en el mercado se produce un exceso de oferta, mientras que la demanda es la que marca el padrón, y se producen desplazamientos, corrimientos de tierra y otros fenómenos sociológicos. En uno de esos corrimientos el PP, que ganó las últimas elecciones andaluzas, se ha quedado mutilada por Ciudadanos, mientras IU, que ostentaba la vicepresidencia del gobierno andaluz, se ha quedado en un testimonio, porque los parias de la tierra y otros que tampoco lo son se han ido con Podemos.
En este nuevo escenario resulta que Rosa Díez ha desaparecido en combate. La pionera de acabar con el partidismo se ha mostrado muy altanera con los pactos, y se ha quedado sola. Más vale estar sola que mal acompañada, pero cuando UPyD ha quedado fuera del Parlamento es como si no vivieras dentro de la urbanización y acamparas en una chabola, más allá de las tapias. Mucho tendrá que bregar para recuperar ese lugar al sol, que supo encontrar, pero que puede perder si no cambia de táctica. Y el tiempo corre veloz hacia mayo.
Luis del Val